Uno pasa de ser un poeta
a ser un animador.
una vez leí mis cosas en Florida
y el profesor de allí
me dijo, “te das cuenta de que ahora
eres un animador,
¿no?”
me empecé a
sentir mal por el comentario
porque si el público
viene a ser animado por
ti
entonces te vuelves de alguna manera
sospechoso.
y así, otra vez,
saliendo de Los Ángeles
despegamos y
el capitán del vuelo
se presentó como
“Capitán Buenvino,”
y miles de millas
después me encontré
transferido a un pequeño avión
de 2 motores y despegamos y
la azafata puso una bebida
en mi mano
tomó mi dinero y luego
aulló, “¡bébalo,
estamos aterrizando!”
aterrizamos
despegamos nuevamente y ella puso
otra bebida en mi mano,
tomó mi dinero y luego
aulló, “¡bébalo,
estamos aterrizando!”
la 3ra vez ordené
2 bebidas
aunque solo aterrizamos
una vez más.
di dos recitales aquella noche en Arkansas
y terminé en una casa con
alfombras limpias, un bar para servirse, una chimenea
y profesores que hablaban sobre presupuestos
y becas Fullbright, y en la que
las esposas de los profesores
se sentaban muy quietas sin hablar.
estaban todos esperando a que yo
el animador
que había volado con el Capitán
Buenvino los
animara me levantara a
la esposa de alguien rompiera las ventanas
meara las alfombras los hiciera sentir superiores
los hiciera sentir modernos y liberados.
¡si tan solo le metiese un cigarrillo
en el culo al gato!
¡si tan solo me transase a
la alumna voluntariosa
que está escribiendo una monografía sobre
Chinaski!
pero me levanté y me fui a mi
dormitorio de poeta
cerré la puerta
me saqué las ropas
fui a la cama y
me dormí
con lo cual
me animé
de la mejor manera
que conocía.