El día que me deshice de un fajo de billetes, de Charles Bukowski | Poema

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    El día que me deshice de un fajo de billetes

    Y le dije puedes quedarte con tus tías y tus tíos ricos 
    y con tus abuelos y con tus padres 
    y su jodido petróleo 
    y sus siete lagos 
    y sus pavos salvajes 
    y sus búfalos 
    y con todo el estado de Texas, 
    queriendo decir las cacerías de cuervos 
    y tus paseos de los sábados por la noche 
    y tu biblioteca de tres al cuarto 
    y tus municipales encorvados 
    y tus artistas maricas 
    puedes quedarte con todo eso 
    y tus periódicos semanales 
    y tus famosos tornados 
    y tus sucias inundaciones 
    y todos tus gatos maullantes 
    y tu suscripción al Time, 
    y trágatelos, nena, 
    trágatelos. 
    Puedo manejar un pico y una pala de nuevo (creo) 
    y puedo conseguir 
    25 billetes por un combate a 4 asaltos (quizá) 
    claro que tengo 38 años, 
    pero un poco de tinte puede taparme 
    las canas; 
    y aún puedo escribir un poema (a veces), 
    no lo olvides, e incluso 
    si no me pagan, 
    es mejor que esperar la muerte y el petróleo, 
    y disparar a los pavos salvajes, 
    y esperar que el mundo 
    comience. 
    Muy bien, mendigo, me dijo, lárgate. 
    ¿que?, dije yo 
    lárgate. Esta ha sido tu 
    última rabieta. 
    Estoy harta de tus malditas rabietas. 
    Siempre te comportas como un 
    personaje de una obra de O’Neill. 
    Pero yo soy diferente, nena, 
    no puedo 
    evitarlo. 
    eres diferente, de acuerdo, 
    y ¡qué diferente, Dios mío! 
    no des un 
    portazo 
    al irte. 
    Pero, nena, ¡amo 
    tu dinero! 
    ¡ni una sola vez has dicho 
    que me amaras a mi! 
    ¿que querías 
    un mentiroso o un 
    amante? 
    tú no eres ninguna de las dos cosas, 
    ¡fuera, mendigo, 
    fuera! 
    ... pero, nena... 
    vuelve a O’Neill 
    fui hacia la puerta, 
    la cerré suavemente y me fui 
    pensando: lo que ellos quieren 
    es un indio de madera 
    que diga si y no 
    y que aguante las llamas y 
    no arme demasiado jaleo; 

    pero te estás 
    haciendo viejo, chico; 
    la próxima vez 
    no enseñes 
    tus cartas.

    Charles Bukowski nació en Adernach, (1920-1994). Vivió en su infancia y adolescencia en un entorno familiar y social violento, hecho que marcaría el devenir de su posterior producción literaria. Pieza capital de la que se vino en llamar generación beat, su vida fue tan radical como las historias narradas en sus propias obras. Adicto al sexo, las drogas y el alcohol, su literatura, casi autobiográfica, es fiel reflejo de su lucha contra el aburguesamiento y la comodidad. Su realismo descarnado y lírico y su humor ácido y desencantado han influido en multitud de escritores de generaciones posteriores.