Qué cantos se oyen en las
calles;
la gente parece flores
al fin
la policía ha entregado las
placas
el ejercito ha hecho trizas los uniformes y
las armas. ya no hay necesidad de
cárceles ni periódicos, manicomios ni
cerraduras en las puertas.
una mujer entra a toda prisa por mi puerta.
¡TÓMAME! ¡ÁMAME!,
grita.
es preciosa como un puro
después de comerse un bistec. la
tomo.
pero cuando se marcha
me siento raro
cierro la puerta
voy a la mesa y saco la pistola
del cajón. tiene su propio sentido del
amor.
¡AMOR! ¡AMOR! ¡AMOR!, canta la muchedumbre en las
calles.
atravieso el vidrio de la ventana
de un balazo y me corto la cara y
los brazos. le doy a un chaval de 12 años
un viejo con barba
y una hermosa jovencita que parece algo así como una
lila.
la muchedumbre deja de cantar para
mirarme.
me quedo delante de la ventana rota
con sangre en la
cara.
-¡esto-les grito-, es en defensa de la
pobreza del individuo y en defensa de la libertad,
no del amor!
-dejadle en paz- dice alguien-, está
loco, ha llevado la mala vida durante
demasiado tiempo.
voy a la cocina
me siento y me sirvo
un whisky.
decido que la única definición de
Verdad (que cambia)
es que es esa cosa o acto o
creencia que rechaza
la muchedumbre.
alguien llama a mi
puerta. es la misma mujer otra vez.
es tan hermosa como encontrar una
rolliza rana verde en el
jardín.
tengo 2 balas y
uso las
dos.
no hay nada en el aire salvo
nubes. no hay nada en el aire
salvo lluvia. la vida de cada cual es muy corta para
encontrar significado y
todos los libros casi un
desperdicio.
me siento y los escucho
cantar
me siento y
los escucho.