veo el campeonato de boxeo mejicano 
por la tele sentado en la cama 
una fresca noche de noviembre. 
he tenido un día estupendo en las carreras, he acertado 7 
de 9, dos con poquísimas posibilidades. 
da igual, ahora veo a los púgiles 
emplearse a fondo, demostrando más valentía que 
estilo 
mientras en la primera fila dos tipos gordos hablan 
entre sí, 
sin prestar la más mínima atención a los 
boxeadores 
que pelean por su propia existencia 
como seres humanos. 
aquí sentado en la cama, estoy triste por 
todo el mundo, por la gente que se deja el pellejo 
en todas partes, tratando de pagar el alquiler a tiempo, 
tratando de conseguir comida suficiente, tratando de dormir 
de un tirón. 
todo resulta agotador y no cesa hasta que te 
mueres. 
¡vaya circo, vaya espectáculo, vaya 
farsa 
desde el Imperio romano hasta la guerra franco- 
india, y de allá hasta aquí! 
ahora, uno de los chicos mejicanos ha 
tumbado al otro. 
el gentío grita. 
el chaval se levanta a la cuenta de 9. 
asiente al árbitro para decirle que está 
listo otra vez. 
los púgiles se lanzan uno contra otro. 
hasta los gordos de la primera fila 
muestran interés. 
los guantes rojos golpean ferozmente el aire, las 
caras y los fibrosos cuerpos 
morenos. 
entonces 
el chico vuelve a caer. 
queda boca arriba. 
todo ha terminado. 
el maldito combate ha terminado.
ahora no se sabe qué será de 
ese chico. 
por lo que respecta al otro, las cosas le irán bien 
una temporadita. 
sonríe en sintonía con el 
mundo. 
apago la tele.
poco después oigo disparos a lo 
lejos. 
la contienda de la vida continúa. 
me levanto, voy a la ventana. 
estoy preocupado, me refiero 
a la gente y las cosas, a cómo van 
las cosas. 
luego me encuentro otra vez sentado en la cama, con infinidad 
de sentimientos en mi interior que no alcanzo a 
entender del todo. 
entonces me obligo a dejar de pensar. 
hay preguntas que no tienen respuesta. 
qué coño, hoy he acertado 7 de 9 en las carreras, eso ya es algo 
incluso en medio de un montón de 
nada. 
lo que hay que hacer es aprovechar la suerte que te venga de cara y fingir 
que sabes más de lo que nunca 
sabrás. 
¿verdad?
Charles Bukowski nació en Adernach, (1920-1994). Vivió en su infancia y adolescencia en un entorno familiar y social violento, hecho que marcaría el devenir de su posterior producción literaria. Pieza capital de la que se vino en llamar generación beat, su vida fue tan radical como las historias narradas en sus propias obras. Adicto al sexo, las drogas y el alcohol, su literatura, casi autobiográfica, es fiel reflejo de su lucha contra el aburguesamiento y la comodidad. Su realismo descarnado y lírico y su humor ácido y desencantado han influido en multitud de escritores de generaciones posteriores.