mi vecino, de nombre Charley,
me sorprende podando el seto
y me cuenta que
su negocio factura un millón
de dólares al año,
y yo le digo:
«eso es fantástico, Charley».
iza la bandera roja, blanca y
azul en el asta todos
los días, la baja por la noche,
hay que ser comprensivo con él.
tiene 83 años y un perro gordo
que se llama Hildegard.
en mi antiguo vecindario
me daba miedo entrar en mi
cocina cuando pasaba por momentos malos
porque
el cuchillo de la carne estaba allí.
ahora duermo con una navaja
bajo la almohada,
más por ellos que por
mí.