Sobre el maltrato animal y la propiedad privada, de Charles Bukowski | Poema

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    Sobre el maltrato animal y la propiedad privada

    Querido Blaz: 

    Los envenenadores de perros son legión, actúan furtivamente, y rara vez los atrapan. como si no tuviéramos suficiente muerte, ellos juegan sucio con lo poco que hay. ¿y me querían mandar a la GUERRA para salvar a tipos como esos? los envenenadores de perros por lo general son antiguos vecinos del barrio, respetables, religiosos, propietarios, y a menudo sin hijos o con hijos que han crecido y no quieren verlos más. los envenenadores de perros 

    suelen andar entre los 55 y los 70. la mayoría de ellos amaba a los animales de chicos, pero la sociedad Americana y lo que ella extrae del cuerpo, la mente y el alma puede producir monstruos muy especiales. casi todos están preocupados por la propiedad y los “derechos de la propiedad” como ellos los llaman. y como no tienen otra cosa que abrazar, su mundo se reduce a eso. no hace mucho hubo un doctor por acá que aporreó un cachorro hasta matarlo con el mango de su pistola. ni siquiera era un perro adulto. y lo hizo abiertamente, en su jardín, con los chicos y la gente mirando. (yo no estaba ahí). su excusa fue que el cachorro no tenía derechos en su propiedad. siendo médico y alimentado con la adoración de la gente hacia los médicos y con sus $$$, resultaba más atrevido y estúpido que sus hermanos mataperros. el caso fue a los tribunales, pero no sé cómo terminó. no lo publicaron o me perdí esa edición. Probablemente fue absuelto o lo multaron con $15. la propiedad, la propiedad. yo tuve un lindo perro una vez (mitad lobo, mitad collie, pero amable, amable). un día lo estaba paseando y él se paró a mear sobre una planta que estaba enfrente de una inmobiliaria en Beverly Boulevard. yo lo había entrenado para que lo hiciera en los baldíos, pero él meó en la planta. y salió el tipo de la inmobiliaria gritándome: “¡HEY, SACA ESE PERRO DE AHÍ! ¡HEY, HEY, HEY! ¡EL PIS ES VENENO, MEO MI PLANTA!” podías oírlo gritar desde Bensenville, Illinois. yo lo miré, miré su cara ¡ácida y sus ojos y su cuerpo colgando ahí. “no controlo el pis de mi perro”, le dije con tranquilidad. “¡Bueno, que mee en otro lado, sácalo!” no me moví. el perro o yo, cualquiera de los dos podría haberlo matado. “tu arbolito de mierda no se va a morir”, le dije. “y si se muere, te lo pago”. “¡¡Saca ese perro de aquí!!” nos quedamos parados hasta que se fue otra vez adentro a contar sus pedacitos de ganancia. a veces pienso que esos tipos casi saben que están muertos, que son feos, que están gastados, y no quieren ver a nada ni a nadie feliz y despreocupado; ni siquiera pueden ver a nadie infeliz, del modo en que nosotros somos infelices. hay que hacerlo a su manera. un coche atropelló a mi perro después de mi última separación. le había dejado el perro a ella. los animalitos domésticos casi nunca mueren de viejos. 

    ¡cómo odio este puto mundo y sus modos y sus valores! Blaz, te vas a recuperar del perro (los perros) muerto, pero no de aquello que lo mata: la bandera Americana. el dinero. la propiedad. los habitantes muertos de ciudades de horror, locura y miedo. cristo, cristo.

    Charles Bukowski nació en Adernach, (1920-1994). Vivió en su infancia y adolescencia en un entorno familiar y social violento, hecho que marcaría el devenir de su posterior producción literaria. Pieza capital de la que se vino en llamar generación beat, su vida fue tan radical como las historias narradas en sus propias obras. Adicto al sexo, las drogas y el alcohol, su literatura, casi autobiográfica, es fiel reflejo de su lucha contra el aburguesamiento y la comodidad. Su realismo descarnado y lírico y su humor ácido y desencantado han influido en multitud de escritores de generaciones posteriores.