Sentado en un dormitorio oscuro con tres yonquis,
mujeres.
Hay bolsas de papel marrón con basura
por todas partes.
Es la una y media de la tarde.
Hablan de manicomios,
de hospitales.
Están esperando una dosis.
Ninguna de ellas trabaja.
Todo es subsidio y cupones de comida y
Centro Medico de California.
Los hombres son objetos que sirven
para conseguir la dosis.
Es la una y media de la tarde
fuera crecen plantas pequeñas.
Sus niños todavía están en la escuela.
Ellas fuman cigarrillos
y aburridas dan sorbos de cerveza y
tequila
que he comprado yo.
Estoy sentado con ellas
y espero mi dosis:
soy un yonqui de la poesía.
A Ezra le arrastraron por las calles
en una jaula de madera.
Blake creía en Dios.
Villon fue un ladrón.
Lorca chupaba pollas.
T. S. Eliot trabajaba de cajero en una ventanilla,
la mayoría de los poetas son cisnes,
son garzas.
Estoy sentado con tres yonquis
a la una y media de la tarde.
El humo es una meada ascendente.
Espero.
La muerte es el Jumbo de la nada.
Una de las mujeres dice que le gusta
mi camisa amarilla.
Creo en la violencia natural.
Aquello era
parte de eso.