El gusano vencedor, de Edgar Allan Poe | Poema

    Poema en español
    El gusano vencedor

    ¡Ved!; es noche de gala en estos últimos 
    años solitarios. Una multitud de ángeles alados, 
    adornados con velos y anegados en lágrimas, 
    se halla reunida en un teatro para contemplar 
    un drama de esperanzas y de temores mientras 
    la orquesta suspira por intervalos la música de 
    las esferas. 



     —— 



    Actores creados a la imagen del Altísimo, 
    murmuran en voz baja y saltan de un lado al 
    otro; pobres fantoches que van y vienen a órdenes 
    de vastas creaturas informes que cambian 
    la decoración a su capricho, sacudiendo con sus 
    alas de cóndor a la invisible desgracia. 



     —— 



    Este drama abigarrado—estad seguro que 
    no será olvidado,—con su fantasma perseguido 
    siempre por una muchedumbre que no puede 
    atraparlo, en un círculo que gira siempre sobre 
    sí mismo y vuelve sin cesar al mismo punto; 
    ese drama en el cual forman el alma de la intriga 
    mucha locura y todavía más pecado y horror!…. 



     —— 



    Pero ved, a través de la bulla de los actores 
    como una forma rampante hace su entrada! 
    Una cosa roja, color sanguinolento viene retorciéndose 
    de la parte solitaria de la escena. 
    ¡Cómo se retuerce! Con mortales angustias 
    los actores constituyen su presa, y los ángeles 
    sollozan viendo esas mandibulas de gusano 
    teñirse en sangre humana. 



     —— 



    Todas las luces se apagan, todas, todas. 
    Sobre cada forma todavía tiritante, el telón, 
    como un paño mortuorio, desciende con un ruido 
    de tempestad. Y los ángeles, todos pálidos 
    y macilentos se levantan y cubriéndose afirman 
    que ese drama es una tragedia que se 
    llama «El Hombre» de la cual el héroe es el 
    Gusano Vencedor….!

    Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849) está considerado como el padre del relato detectivesco moderno y el gran transformador de la narrativa fantástica y de terror, que gracias a sus cuentos pasó de la atmósfera gótica de finales del siglo XVIII a la profundidad psicológica que se le atribuye al género en su edad moderna. Poeta, ensayista, crítico, periodista y narrador superdotado, Poe es conocido universalmente por un conjunto de textos —poemas como El cuervo, su única novela La narración de Arthur Gordon Pym y sus relatos sobrenaturales y de misterio— que supusieron la puerta de entrada de la literatura occidental tanto al simbolismo y el surrealismo como al género pulp. Los dominios de Arnheim es uno de los textos más singulares, a la vez que poco leídos, de este maestro del relato fantástico norteamericano.

    • ¡Ojalá mi joven vida fuese un sueño duradero! 
      Y mi espíritu yaciera hasta que el rayo certero 
      De la eternidad presagiara el nuevo día. 
      ¡Sí! Aunque el largo sueño fuese de agonía 
      Siempre sería mejor que estar despierto 
      Para quien tuvo, desde su nacimiento 

    • Ocurrió una medianoche 
      a mediados de verano; 
      lucían pálidas estrellas 
      tras el potente halo 
      de una luna clara y fría 
      que iluminaba las olas 
      rodeada de planetas, 
      esclavos de su señora. 
      Detuve mi mirada 
      en su sonrisa helada 

    • Valles de sombra y aguas apagadas 
      y bosques como nubes, 
      que ocultan su contorno 
      en un fluir de lágrimas. 
      Allí crecen y menguan unas enormes lunas, 
      una vez y otra vez, a cada instante, 
      en canto que la noche se desliza, 
      y avanzan siempre, inquietas, 

    • ¡El vaso se hizo trizas! Desapareció su esencia 
      ¡Se fue; se fue! ¡Se fue; se fue! 
      Doblad, doblad campanas, con ecos plañideros, 
      que un alma inmaculada de Estigia en los linderos 
      flotar se ve. 

    • Fue hace muchos, muchos años, 
      en un reino junto al mar, 
      que vivió una doncella a quien ustedes quizá conozcan 
      por el nombre de Annabel Lee; 
      esta señorita vivía sin ningún otro pensamiento 
      más que amar y ser amada por mí. 

    • En el Cielo mora un espíritu, 
      cuyas cuerdas del corazón son un laúd; 
      ninguno canta mejor, ni con tal frenesí 
      como el ángel Israfel, 
      y las estrellas vertiginosas, 
      así lo afirma la leyenda, 
      deteniendo sus himnos, 
      escuchan el encantamiento de su voz, 

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