El mar me pertenece lo hago pasar entero entre mis manos ávidas. Lo acaricio le doy la única mirada sencilla que me queda la que aún no han manchado ni el miedo ni la muerte.
Mar limpio entre mis dedos goteando esperanzas porque sostiene aún un velamen con brisa.
Mar de todos los mares hoy contemplo en su espuma otros mares antiguos: aquel de mi primer contacto con las playas y el de aquellas lecturas codiciosas e incómodas bajo algún tamarindo. y aquel otro del trópico sin huellas de turistas con esa pulpa tierna que ofrece el cocotero.
Quiero olvidar aquí lo que sucedió anoche. el mar no tiene culpa. Es dócil, mío, puro, es un lebrel que lame mis plantas mansamente.
Es escribir a alguien o lanzarse al silencio, a nadar en lo oscuro, a encender una llama aunque ahoguen las dudas. ¿Carta a lo que no existe? Hay buzones alados que se disparan solos y un correo sin pistas ni trayecto seguro.
Hay algo -gota a gota- que nos llena el vacío ¡Hondones del deseo! ¡Qué colmo de esperanzas! El oleaje arrastra caudales sin objeto y hay muchos anaqueles que ningún libro ocupa. ¿A dónde vamos, dime? Aún nos quedan paisajes
El mar me pertenece lo hago pasar entero entre mis manos ávidas. Lo acaricio le doy la única mirada sencilla que me queda la que aún no han manchado ni el miedo ni la muerte.