La sentencia justa, de Félix María de Samaniego | Poema

    Poema en español
    La sentencia justa

    A cierta moza un húsar, y no es cuento, 
    porque le socorriera en sus apuros 
    del carnal movimiento, 
    le prometió ocho duros 
    y después sólo cuatro la dio en paga. 
    La moza, descontenta 
    con esta trabacuenta, 
    para que por justicia se le haga 
    aflojar lo restante, 
    fue a querellarse de él al comandante. 
    Era éste un hombre adusto, 
    pero en sus procederes siempre justo, 
    y antes de oír a la moza querellante 
    quiso que el húsar fuese allí al instante. 
    Presentose, en efecto, el demandado 
    y, siendo preguntado 
    por su jefe de dónde provenía 
    la deuda que tenía 
    con aquella señora, 
    el húsar respondió: -Diga ella ahora, 
    si lo tuviese a bien, de qué dimana 
    una deuda que puede ser liviana. 
    -No tengo impedimento, 
    la moza dijo entonces. Sabrá usía 
    que yo alquilé al señor un aposento 
    que vacío tenía 
    para que en él metiese ciertos trastos 
    que dijo le causaban muchos gastos; 
    me ofreció media onza por la renta 
    y ahora con la mitad pagarme intenta. 
    Calló, y el húsar luego 
    empezó su defensa con sosiego 
    diciendo: -Aunque es verdad que ése fue el trato, 
    me salía más caro que barato, 
    porque yo solamente 
    pude meter un trasto estrechamente 
    en el zaquizamí que me alquilaron; 
    con que si di por esto 
    la mitad de la renta, fue bastante, 
    y no creo que el resto 
    me obligue ahora a pagar mi comandante. 
    A que la querellante sofocada, 
    replicó: -Esa excepción no vale nada, 
    pues si tuvo el señor por oportuno 
    de sus trastos dejar alguno fuera, 
    no se quedó ninguno 
    por no tener en donde lo metiera; 
    que yo desocupada 
    otra pieza inmediata le tenía, 
    que, aunque es un poco oscura y jaspeada, 
    para los que sobraban bien servía. 
    No dijo más, ni el húsar dijo respuesta 
    que su defensa hiciese manifiesta, 
    por lo que el comandante 
    esta sentencia pronunció al instante: 
    -Vaya usted, señor húsar, y en la pieza 
    que la señora dice, con presteza, 
    meta todos sus trastos por entero 
    y páguela completo su dinero.