Como el amante, que se desespera
con la idea de amar sin ser amado,
dudando siempre de lo que quisiera
saber, o no saber, o haber dudado;
así miro este verso mío, y siento
la angustia del que ignora las razones
de su valor: no sé qué fundamento
podrá tener en otros corazones.
Y como –navegando a la deriva–
busca pruebas de amor aquel que ama,
y rehúye –buscándolo– el abismo
que le ofrece la prueba decisiva;
así vivo, en el sueño de la fama,
pensando en lo que piensan de mí mismo.