Vía crucis, de Fernando Pessoa | Poema

    Poema en español
    Vía crucis

    Me sucedió desde lo alto del infinito 
    esta vida. A través de neblinas, 
    de mi propio yermo ser, humos primeros, 
    vine ganando, y a través de extraños ritos 

    de sombra y luz ocasional, y gritos 
    vagos a lo lejos, y asomos pasajeros 
    de saudade incógnita, luceros 
    de divino, este ser opaco y proscrito... 

    Cayó lluvia en pasados que fui yo. 
    hubo planicies de cielo bajo y nieve 
    en alguna cosa de alma de lo que es mío. 
    Me narré a la sombra y no me hallé sentido. 
    Hoy me sé el desierto donde Dios tuvo 
    otrora su capital de olvido... 



       XI 


    No soy quien describo. Soy la tela 
    y oculta mano colorea alguien en mí. 
    puse el alma en el nexo de perderla 
    y mi principio floreció como Fin. 
    ¿Qué importa el tedio que dentro de mí hiela, 
    y el leve Otoño, y las galas, y el marfil, 
    y la congruencia del alma que se vela 
    como los soñados palios de satín? 

    Disperso... Y la hora como un abanico se cierra... 
    Mi alma es un arco tendido con el mar por fondo... 
    ¿El tedio? ¿La amargura? ¿La vida? ¿El sueño? Déjase. 
    y abriendo las alas sobre Renovar, 
    la yerma sombra del vuelo comenzado 
    pestañea en el campo abandonado...

    • Bajo la dolorosa luz de las lámparas eléctricas de la fábrica 
      tengo fiebre y escribo. 
      Escribo rechinando los dientes, fiera ante la belleza de esto, 
      ante la belleza de esto totalmente desconocida para los antiguos. 

    • Al señor Mário de Sá-Carneiro 
       
      Es antes del opio que mi alma está enferma. 
      Sentir la vida que convalece y se seca 
      y voy en busca del opio que consuela 
      un Oriente al oriente del Oriente. 

    • A Santa Rita Pintor 
       
      Solo, en el muelle desierto, esta mañana de verano, 
      miro hacia el lado de la barra, miro hacia lo Indefinido, 
      miro y me alegra ver, 
      pequeño, negro y claro, un paquebote entrando. 
      Viene muy lejos, nítido, clásico a su manera. 

    • Trazo, solo, en mi cubículo de ingeniero, el plano, 
      firmo el proyecto, aislado aquí, 
      remoto hasta de quien yo soy. 
      Al lado, acompañamiento banalmente siniestro, 
      el tic-tac que estalla de las máquinas de escribir. 
      ¡Qué náusea de vida! 

    • Pasado mañana, sí. Pero sólo pasado mañana... 
      Mañana me pasaré el día pensando en pasado mañana, 
      y así será posible; pero hoy no... 
      No, hoy nada; hoy no puedo. 
      La persistencia confusa de mi subjetividad objetiva, 
      el sueño de mi vida real, intercalado,