En la calle llena de sol vago hay casas detenidas y gente que camina. Una tristeza llena de pavor me cala. Presiento un suceso más allá de las fachadas y de los movimientos.
¡No, no, eso no! Todo menos saber lo que es el Misterio! ¡Superficie del Universo, oh Párpados Descendidos, no os alcéis nunca! ¡La mirada de la Verdad Final no debe poder soportarse! ¡Dejadme vivir sin saber nada, y morir sin saber nada! La razón de haber ser, la razón de haber seres, de haber todo, debe traer una locura mayor que los espacios entre las almas y las estrellas.
¡No, no, la verdad no! Dejadme estas casas y esta gente; tal cual, si nada más, estas casas y esta gente… ¿Qué aliento horrible y frío toca mis ojos cerrados? ¡No lo quiero abrir a la vida! ¡Oh Verdad, olvídate de mí!
En la calle llena de sol vago hay casas detenidas y gente que camina. Una tristeza llena de pavor me cala. Presiento un suceso más allá de las fachadas y de los movimientos.
Desde la ventana más alta de mi casa, con un pañuelo blanco digo adiós a mis versos, que viajan hacia la humanidad. Y no estoy alegre ni triste. Ése es el destino de los versos.