En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños,
yo era feliz y nadie había muerto.
En la casa antigua, incluso mi cumpleaños era una tradición de siglos,
y la alegría de todos, y la mía, estaba asegurada con una religión cualquiera.
Mi amor, no yo, mi amor es egoísta;
mi amor por ti se quiere más que a ti,
y más que a mí, razón de que él exista:
me quiere vivo por vivir en mí.
En un país de puentes, será el puente
más cierto y más real que los abismos;
si todo es Relación, más consistente
será el Amor que los amantes mismos.
Y me pongo a pensar, en consecuencia,
si no seremos más que lo Intangible
sólo Intervalos de la Realidad,
Huecos de Dios, Vacíos de la Esencia.
Si en el Pensar es esto concebible,
¿no lo será también en la Verdad?