No duermes bajo los cipreses, pues no hay sueño en el mundo.
El cuerpo es la sombra de los vestidos que cubren tu ser profundo.
Viene la noche, que es la muerte, y la sombra acabó sin ser. Vas en la noche sólo silueta, igual a ti sin querer.
Mas en la Posada del Asombro te arrancan los Ángeles la capa: sigues sin capa en el hombro, con lo poco que te tapa.
Entonces Arcángeles del Camino te desvisten y te dejan desnudo. No tienes ropas, no tienes nada: tienes sólo tu cuerpo, que eres tú. por fin, en la profunda caverna,
los Dioses te desvisten más. Tu cuerpo cesa, alma externa, mas ves que son tus iguales.
La sombra de tus vestidos quedo entre nosotros en Ia Suerte. No estás muerto, entre cipreses. Neófito, no hay muerte.
En la calle llena de sol vago hay casas detenidas y gente que camina. Una tristeza llena de pavor me cala. Presiento un suceso más allá de las fachadas y de los movimientos.
La esencia de la tiranía es la fuerza que nos obliga, y la fuerza que nos obliga, o nos obliga absolutamente o relativamente, es decir, condicionadamente.