Si yo pudiera morder la tierra toda y sentirle el sabor sería más feliz por un momento... Pero no siempre quiero ser feliz es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural... No todo es días de sol y la lluvia cuando falta mucho, se pide. Por eso tomo la infelicidad con la felicidad. Naturalmente como quien no se extraña con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas... Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la infelicidad. Sentir como quien mira. Pensar como quien anda, y cuando se ha de morir, Recordar que el día muere y que el poniente es bello y es bella la noche que queda. Así es y así sea.
En la víspera de no partir nunca por lo menos no hay que hacer las maletas no planes sobre el papel, con involuntario acompañamiento de olvidos, para el partir aún libre del día siguiente.
No hay que hacer nada en la víspera de no partir nunca.
Miro el Tajo, y de tal arte que olvido el mirar mirando, y de pronto esto se abate sobre mí, devaneando: ¿Qué es ser río y correr? ¿Qué estar yo en ese ver?
Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra a la luz de la luna y al sueño, en la carretera desierta, solitario conduzco, conduzco casi despacio, y un poco me parece, o me esfuerzo un poco para que me parezca,
Tu silencio es una nave con todas las velas llenas... Blandas, las brisas juegan en las flámulas, tu sonrisa... Y tu sonrisa en tu silencio es la escalera y las andas con que me finjo más alto y junto a cualquier paraíso...
Al niño, que nació y se crió a la sombra del ruido de las fábricas, se lo llevan al campo y allí sufre y muere en el exilio nostálgico del ruido de los grandes motores, del correr de las correas de transmisión, de los grandes palacios de hierros iluminados con grandes y blancas lámparas eléctrica