En la víspera de no partir nunca
por lo menos no hay que hacer las maletas
no planes sobre el papel,
con involuntario acompañamiento de olvidos,
para el partir aún libre del día siguiente.
No hay que hacer nada
en la víspera de no partir nunca.
¡Gran sosiego de ya no haya siquiera
de qué sosegarse!
Gran tranquilidad a quien ni siquiera sabe encogerse de hombros
por, pobre tedio, haber pasado el tedio
y haber llegado deliberadamente a nada.
Gran alegría de que no sea necesario estar alegre,
como una oportunidad vuelta del revés.
¡Cuántos meses hace que vivo…
la vida vegetativa del pensamiento!
Todos los días sine línea…
Sosiego, sí, sosiego…
Gran tranquilidad…
¡Qué reposo, después de tantos viajes, físicos y psíquicos!
¡Qué poder mirar las maletas cerradas como para nada!
¡Sestea, alma, sestea!
¡Aprovecha, sestea!
¡Sestea!
¡Te queda poco tiempo! Sestea.
¡Es la víspera de no partir nunca!