En la víspera de no partir nunca, de Fernando Pessoa | Poema

    Poema en español
    En la víspera de no partir nunca

    En la víspera de no partir nunca 
    por lo menos no hay que hacer las maletas 
    no planes sobre el papel, 
    con involuntario acompañamiento de olvidos, 
    para el partir aún libre del día siguiente. 

    No hay que hacer nada 
    en la víspera de no partir nunca. 

    ¡Gran sosiego de ya no haya siquiera 
    de qué sosegarse! 
    Gran tranquilidad a quien ni siquiera sabe encogerse de hombros 
    por, pobre tedio, haber pasado el tedio 
    y haber llegado deliberadamente a nada. 
    Gran alegría de que no sea necesario estar alegre, 
    como una oportunidad vuelta del revés. 

    ¡Cuántos meses hace que vivo… 
    la vida vegetativa del pensamiento! 
    Todos los días sine línea… 

    Sosiego, sí, sosiego… 
    Gran tranquilidad… 
    ¡Qué reposo, después de tantos viajes, físicos y psíquicos! 
    ¡Qué poder mirar las maletas cerradas como para nada! 
    ¡Sestea, alma, sestea! 
    ¡Aprovecha, sestea! 
    ¡Sestea! 

    ¡Te queda poco tiempo! Sestea. 
    ¡Es la víspera de no partir nunca!

    • Bajo la dolorosa luz de las lámparas eléctricas de la fábrica 
      tengo fiebre y escribo. 
      Escribo rechinando los dientes, fiera ante la belleza de esto, 
      ante la belleza de esto totalmente desconocida para los antiguos. 

    • Al señor Mário de Sá-Carneiro 
       
      Es antes del opio que mi alma está enferma. 
      Sentir la vida que convalece y se seca 
      y voy en busca del opio que consuela 
      un Oriente al oriente del Oriente. 

    • A Santa Rita Pintor 
       
      Solo, en el muelle desierto, esta mañana de verano, 
      miro hacia el lado de la barra, miro hacia lo Indefinido, 
      miro y me alegra ver, 
      pequeño, negro y claro, un paquebote entrando. 
      Viene muy lejos, nítido, clásico a su manera. 

    • Trazo, solo, en mi cubículo de ingeniero, el plano, 
      firmo el proyecto, aislado aquí, 
      remoto hasta de quien yo soy. 
      Al lado, acompañamiento banalmente siniestro, 
      el tic-tac que estalla de las máquinas de escribir. 
      ¡Qué náusea de vida! 

    • Pasado mañana, sí. Pero sólo pasado mañana... 
      Mañana me pasaré el día pensando en pasado mañana, 
      y así será posible; pero hoy no... 
      No, hoy nada; hoy no puedo. 
      La persistencia confusa de mi subjetividad objetiva, 
      el sueño de mi vida real, intercalado,