Todas las cartas de amor son ridículas, de Fernando Pessoa | Poema

    Poema en español
    Todas las cartas de amor son ridículas

    Todas las cartas de amor son 
    ridículas. 
    No serían cartas de amor si no fuesen 
    ridículas. 

    También escribí en mi tiempo cartas de amor, 
    como las demás, 
    ridículas. 

    Las cartas de amor, si hay amor, 
    tienen que ser 
    ridículas. 

    Pero, al fin y al cabo, 
    sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor 
    sí que son ridículas. 

    Quién me diera en el tiempo en que escribía 
    sin darme cuenta 
    cartas de amor 
    ridículas. 

    La verdad es que hoy mis recuerdos 
    de esas cartas de amor 
    sí que son 
    ridículos. 

    Todas las palabras esdrújulas, 
    como los sentimientos esdrújulos, 
    son naturalmente 
    ridículas.

    • Bajo la dolorosa luz de las lámparas eléctricas de la fábrica 
      tengo fiebre y escribo. 
      Escribo rechinando los dientes, fiera ante la belleza de esto, 
      ante la belleza de esto totalmente desconocida para los antiguos. 

    • Al señor Mário de Sá-Carneiro 
       
      Es antes del opio que mi alma está enferma. 
      Sentir la vida que convalece y se seca 
      y voy en busca del opio que consuela 
      un Oriente al oriente del Oriente. 

    • A Santa Rita Pintor 
       
      Solo, en el muelle desierto, esta mañana de verano, 
      miro hacia el lado de la barra, miro hacia lo Indefinido, 
      miro y me alegra ver, 
      pequeño, negro y claro, un paquebote entrando. 
      Viene muy lejos, nítido, clásico a su manera. 

    • Trazo, solo, en mi cubículo de ingeniero, el plano, 
      firmo el proyecto, aislado aquí, 
      remoto hasta de quien yo soy. 
      Al lado, acompañamiento banalmente siniestro, 
      el tic-tac que estalla de las máquinas de escribir. 
      ¡Qué náusea de vida! 

    • Pasado mañana, sí. Pero sólo pasado mañana... 
      Mañana me pasaré el día pensando en pasado mañana, 
      y así será posible; pero hoy no... 
      No, hoy nada; hoy no puedo. 
      La persistencia confusa de mi subjetividad objetiva, 
      el sueño de mi vida real, intercalado,