Cuando se agota la paciencia,
siempre cae de ningún lado esta guerra.
Yo también quiero un jardín jugando
a las muñecas, una casa de madera limpia,
de aire fresco y ventanas de seda.
Los hay que no pueden dejar de fumar,
los hay alcohólicos y cada siete días,
los hay adictos a la coca, a la heroína,
a la próxima forma de evadir o alucinar.
Los hay que apuestan su vida a un impar,
los hay que toman pastillas para no soñar,
los hay que no pueden dejar de comprar
señuelos de diseño sin necesidad.
Los hay que no saben hacer el amor sin pagar,
los hay que invierten en videntes su inseguridad,
los hay adictos a engordar y adelgazar;
un bisturí hace las veces de selector natural.
También, mundanamente,
los hay que no les alcanza
para un mendrugo de pan.