Los hay que no pueden dejar de fumar, los hay alcohólicos y cada siete días, los hay adictos a la coca, a la heroína, a la próxima forma de evadir o alucinar.
Los hay que apuestan su vida a un impar, los hay que toman pastillas para no soñar, los hay que no pueden dejar de comprar señuelos de diseño sin necesidad.
Los hay que no saben hacer el amor sin pagar, los hay que invierten en videntes su inseguridad, los hay adictos a engordar y adelgazar; un bisturí hace las veces de selector natural.
También, mundanamente, los hay que no les alcanza para un mendrugo de pan.
¿Está usted loco? Loco está usted, loco, usted está usted, y yo no le digo nada. Quien diga lo contrario loco miente usted, está usted, usted está y yo soy el loco. Para estar hay que creer. ¿Loco? Espere usted.
Transcurrir en banquete o hambruna, vida requerida, dulce, insatisfactoria, limitada a intermitencias como lo está una cucharilla: liviana, ligera sólo contiene lo que no rebosa, agujero en potencia.
No puedo quitarme, no puedo sacar de mi cabeza la memoria flácida y marmórea carne más allá de esta frontera epidérmica que una viva imagen de muerte ignora.