La bala atravesó su cabeza antes incluso de que la gota de sudor o lágrima, no se sabe, impactara contra el suelo.
Antes incluso que el barro.
La palabra escrita, algo más verídica, trató de llegar a tiempo pero se le trastabillaron los dedos entre tanta y tanta tecla y trasvase de pretéritos como argumento.
Se quebró la lluvia antes incluso que el tejado.
Ojalá hubiera conocido el idioma concreto pero el gatillo sólo entiende de silencios por la espalda.
Era mucho más fácil Lo más fácil era soltarlo todo y echar a volar, sin avisos, sin maletas, sin sombrero, sin alas, sin hambre de carnicero. Era marcharse a cualquier otro lugar inevitablemente dentro de este sitio.
¿Está usted loco? Loco está usted, loco, usted está usted, y yo no le digo nada. Quien diga lo contrario loco miente usted, está usted, usted está y yo soy el loco. Para estar hay que creer. ¿Loco? Espere usted.
Transcurrir en banquete o hambruna, vida requerida, dulce, insatisfactoria, limitada a intermitencias como lo está una cucharilla: liviana, ligera sólo contiene lo que no rebosa, agujero en potencia.