Glosa, de Francisco de Figueroa | Poema

    Poema en español
    Glosa

    Ajeno 
    alégrate Isabel, que en esta Villa 
    no se halla Zagala 
    de tanta gentileza, gracia y gala. 

     

    ¿Cuál idea o colores 
    de tan sutil manera 
    pintó jamás pincel o ingenio humano? 
    ¿Cuáles, y cuáles flores 
    allá en la Primavera 
    jamás produjo el genial Verano? 
    ¿Cuál rostro soberano 
    aun con lo menos de ese tuyo iguala? 
    ¿Y cuál maestra mano 
    pudo formar Zagala 
    de mayor gentileza, gracia, y gala? 

    Mil extremados gestos 
    hay en aquesta Villa 
    de tanta perfección, gracia, y mesura, 
    que en otra parte puestos 
    pudieran tener silla 
    de toda gentileza y hermosura; 
    pero con tu figura 
    no sé quien osará decir que iguala: 
    ni sé como natura 
    pudo formar zagala 
    de tanta gentileza, gracia, y gala. 

    Si Tisbe con su amado, 
    la desdichada Helena, 
    y aquella desgraciada y triste Dido, 
    y el nuevo enamorado, 
    que por sí mismo pena 
    en flores olorosas convertido, 
    y aquel que fue subido 
    por Júpiter al cielo sobre el ala, 
    si alguno bien te vido, 
    dirá, que no hay zagala 
    de tanta gentileza, gracia y gala. 

    Si Medusa la dura 
    con el gesto encantado 
    volver pudo la gente viva en roca; 
    a tu gentil figura 
    por gracia se le ha dado 
    volvella en cera, a quien fuego toca, 
    y no es gracia tan poca, 
    que cualquiera pastora buena o mala 
    te diga por su boca: 
    nunca se vio zagala 
    de tanta gentileza, gracia y gala. 

    Si Palas tan armada 
    mi hombres hiere y mata, 
    y el ciego amor a mil y mil doncellas: 
    tu vista delicada 
    mucho más desbarata 
    en hombres corazón, el rostro en ellas; 
    pero si las más bellas 
    contigo se pusieran por tu iguala, 
    el sol, luna y estrellas 
    dirán, que no hay zagala 
    de tana gentileza, gracia y gala. 

    Si la hermosas Diosas 
    del Troyano juzgadas 
    en esta Villa, como en Ida fueran, 
    no quedaran hermosas; 
    mas en uno acordadas 
    a tu belleza luego se rindieran: 
    que es cierto si te vieran, 
    fuese de voluntad, o buena o mala, 
    postradas te dijeran: 
    vencístenos, zagala, 
    con tanta gentileza, gracia, y gala.