Fui bueno, no fui premiado, de Francisco de Quevedo | Poema

    Poema en español
    Fui bueno, no fui premiado

    Fui bueno, no fui premiado: 
    y viendo revuelto el polo, 
    fui malo y fui castigado; 
    así que para mí solo 
    algo el mundo es concertado: 
    los malos me han envidiado, 
    los buenos no me han creído; 
    mal bueno y buen malo he sido; 
    mas me valiera no ser: 
    esta es la justicia, 
    que mandan hacer. 

    Viendo que la hipocresía 
    arreboza delincuentes, 
    contra el registro del día, 
    quise pasar á las gentes 
    por virtud la maldad mía. 
    Ayunos contrahacía, 
    ahítos disimulaba, 
    de milagros amagaba 
    a las horas de comer: 
    esta es la justicia, 
    que mandan hacer. 

    Siempre he mentido después 
    del señor á quien mentía: 
    y en ley de cortesanía, 
    peor que aun la verdad es 
    una mentira tardía. 
    Di en mentir en profecía, 
    y aun no alcanzaba á mis amos 
    y entre ciento que mintamos, 
    mi enredo no es menester: 
    esta es la justicia, 
    que mandan hacer. 

    Desgraciado lisonjero 
    soy, si despacio lo miras, 
    porque adulando severo, 
    como creen ya mis mentiras, 
    me temen por verdadero. 
    Si callo, soy embustero; 
    si hablo, soy hablador; 
    poco soy para el señor, 
    Mucho para el mercader: 
    esta es la justicia, 
    que mandan hacer. . 

    He sufrido demasiado, 
    por medrar á lo marido, 
    y los que me han despreciado 
    son los que se han enojado 
    de lo que les he sufrido. 
    Si me quejo, soy temido, 
    si no me quejo, no soy: 
    si doy, pierdo lo que doy, 
    y si aguardo, es no tener: 
    esta es la justicia, 
    que mandan hacer. 

    Dicen que soy temporal, 
    si al poderoso me humillo; 
    si con él me muestro igual, 
    viene á ser mayor el mal 
    de presumir competillo, 
    si al hablarle me arrodillo, 
    me riñe y lo llama esceso; 
    si derecho le hablo y tieso, 
    oye y no me puede Ver: 
    esta es la justicia, 
    que mandan hacer. 

    Si alguno pretende hacer 
    mal y codicia malsines, 
    y yo me voy á oponer, 
    los buenos se hacen ruines; 
    porque sobre en qué escoger. 
    Malo aun no soy menester, 
    y es mi desdicha mayor, 
    que otro parezca peor, 
    sin que otro lo pueda ser: 
    esta es la justicia, 
    que mandan hacer. 

    Francisco de Quevedo (Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, 1645) estudió en las universidades de Alcalá de Henares y Valladolid, ciudad en la que empezó a nacer su fama de gran poeta, para luego continuar su formación y sus trabajos como literato y traductor en Madrid en 1606, de entre los que destaca la primera versión en nuestra lengua de la obra de Anacreonte, encargada por el duque de Osuna. De su mano, participó como secretario de estado en las intrigas entre las repúblicas italianas en 1613, lo que le valió para ingresar como caballero, tres años más tarde, en la Orden de Santiago. Contemporáneo de Lope de Vega o Luis de Góngora, se cuenta, como ellos, entre los más destacados escritores del Siglo de Oro español.