Quien me habita, de Gabriel Celaya | Poema

    Poema en español
    Quien me habita

    Car Je «est» un autre. 
    Rimbaud 

     
    ¡Qué extraño es verme aquí sentado, 
    y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar, 
    y oír como una lejana catarata que la vida se derrumba, 
    y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar! 

    ¡Qué extraño es verme aquí sentado! 
    ¡Qué extraño verme como una planta que respira, 
    y sentir en el pecho un pájaro encerrado, 
    y un denso empuje que se abre paso difícilmente 
    por mis venas! 

    ¡Qué extraño es verme aquí sentado, 
    y agarrarme una mano con la otra, 
    y tocarme, y sonreír, y decir en voz alta 
    mi propio nombre tan falto de sentido! 

    ¡Oh, qué extraño, qué horriblemente extraño! 
    La sorpresa hace mudo mi espanto. 
    Hay un desconocido que me habita 
    y habla como si no fuera yo mismo.

    • Era una casa grande, vacía, llena de ecos, 
      con veinte ventanales abiertos hacia el mar. 
      Y el mar sonaba triste contra el acantilado 
      como el destino sueña y acaba por matar. 
      Era una casa rara porque nada pasaba 
      y siempre parecía que algo iba a pasar. 

    • Nosotros somos quien somos. 
      ¡Basta de Historia y de cuentos! 
      ¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos. 

      Ni vivimos del pasado, 
      ni damos cuerda al recuerdo. 
      Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos. 

    • Nosotros desapareceremos y las cosas-cosas subsistirán. A 
      fin de cuentas, los sistemas atómicos de la silla en que me 
      siento y de la copa en que bebo son más estables - es decir, 
      más inmortales - que yo. 

    • Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo 
      tirando todo al fuego: poemas incompletos, 
      pagarés no pagados, cartas de amigos muertos, 
      fotografías, besos guardados en un libro, 
      renuncio al peso muerto de mi terco pasado, 

    • Función de Uno - Equis - Ene: 
      Uno es Ene menos alguien; 
      Ene, el Uno colectivo; 
      Equis, el orden sin nadie. 
      Planteamiento en Uno 
      Aparecer. Y gritar. 
      Ser deslumbrante un momento. 
      Quemarse en el entusiasmo. 
      Y luego, escuchar el eco. 

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