Me asomo a mi agujero pequeñito. Fuera suena el mundo, sus números, su prisa, sus furias que dan a una su zumba y su lamento. Y escucho. No lo entiendo.
Los hombres amarillos, los negros o los blancos, la Bolsa, las escuadras, los partidos, la guerra: largas filas de hombres cayendo de uno en uno. Los cuento. No lo entiendo.
Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes, sus tanques, su avaricia, sus cálculos, sus vientres y una belleza ofrece su sexo a la violencia. Lo veo. No lo creo.
Yo tengo mi agujero oscuro y calentito. Si miro hacia lo alto, veo un poco de cielo. Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme. El resto no lo entiendo.
¡Qué extraño es verme aquí sentado, y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar, y oír como una lejana catarata que la vida se derrumba, y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar!
Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo tirando todo al fuego: poemas incompletos, pagarés no pagados, cartas de amigos muertos, fotografías, besos guardados en un libro, renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
Las máquinas nos mascan con dientes igualitos y salen aeroplanos, gramolas, ascensores... ; del sudor y la sangre, un mundo limpio y nuevo. (Y a veces instantáneos palacios de luz loca donde los millonarios gastan todos sus ceros.)
Nosotros desapareceremos y las cosas-cosas subsistirán. A fin de cuentas, los sistemas atómicos de la silla en que me siento y de la copa en que bebo son más estables - es decir, más inmortales - que yo.
Función de Uno - Equis - Ene: Uno es Ene menos alguien; Ene, el Uno colectivo; Equis, el orden sin nadie. Planteamiento en Uno Aparecer. Y gritar. Ser deslumbrante un momento. Quemarse en el entusiasmo. Y luego, escuchar el eco.