La casa, de Gabriela Mistral | Poema

    Poema en español
    La casa

    La mesa, hijo, está tendida, 
    en blancura quieta de nata, 
    y en cuatro muros azulea, 
    dando relumbres, la cerámica. 

    Esta es la sal, éste el aceite 
    y al centro el Pan que casi habla. 
    Oro más lindo que oro del Pan 
    no está ni en fruta ni en retama, 
    y da su olor de espiga y horno 
    una dicha que nunca sacia. 

    Lo partimos, hijito, juntos, 
    con dedos duros y palma blanda, 
    y tú lo miras asombrado 
    de tierra negra que da flor blanca. 

    Baja la mano de comer, 
    que tu madre también la baja. 

    Los trigos, hijo, son del aire, 
    y son del sol y de la azada; 
    pero este pan 'cara de Dios' 
    no llega a mesas de las casas; 

    y si otros niños no lo tienen, 
    mejor, mi hijo, no lo tocarás, 
    y no tomarlo mejor sería 
    con mano y mano avergonzadas. 



    * En Chile, el pueblo llama al pan 'cara de Dios. ' 

    Gabriela Mistral nació en Vicuña, Chile, en 1889, y murió en Nueva York en 1957. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1945 y el Premio Nacional de Literatura en 1951. Publicó los poemarios Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938) y Lagar (1954). Póstumamente aparecieron Poema de Chile (1967) y Almácigo (2016), entre otros. Fue también una ensayista y cronista cuya importancia es reivindicada cada vez más. En esa línea, Lumen ha publicado Niña errante (2010), su correspondencia con Doris Dana, y Caminando se siembra. Prosas inéditas (2013).

    • Que mi dedito lo cogió una almeja, 
      y que la almeja se cayó en la arena, 
      y que la arena se la tragó el mar. 
      Y que del mar la pescó un ballenero 
      y el ballenero llegó a Gibraltar; 
      y que en Gibraltar cantan pescadores: 
      -«Novedad de tierra sacamos del mar, 

    • Hay países que yo recuerdo 
      como recuerdo mis infancias. 
      Son países de mar o río, 
      de pastales, de vegas y aguas. 
      Aldea mía sobre el Ródano, 
      rendida en río y en cigarras; 
      Antilla en palmas verdi-negras 
      que a medio mar está y me llama; 

    • Doña Primavera 
      viste que es primor, 
      viste en limonero 
      y en naranjo en flor. 

      Lleva por sandalias 
      unas anchas hojas, 
      y por caravanas 
      unas fucsias rojas. 

      Salid a encontrarla 
      por esos caminos. 
      ¡Va loca de soles 
      y loca de trinos!