Arrastrar largamente la cola del desmayo 
sin miedo a una posible rebelión de fragancia 
Dejarse florecer durante el mes de mayo 
de alelíes las manos los ojos de distancia 
Perdonar a la lluvia su vocación profunda 
su amor de las estatuas su modelado egregio 
perdonarla aunque luego sepamos que se inunda 
de torsos mutilados el jardín del colegio 
Olvidar los perfumes que lloran los colores 
merecer los escorzos que renuevan el aire 
Dimitir abdicar coronas y esplendores 
corbatas fabulosas perdidas al desgaire 
Porque querido amigo ya todo se compensa 
mis deudas tus jazmines trastornos siderales 
el muerto que se estira el caracol que piensa 
y el ala de la tórtola prolongando hospitales. 
Gerardo Diego fue un poeta español, miembro de la llamada Generación del 27, que nació en Santander, el 3 de Octubre de 1896. Licenciado en Letras, impartió clases en distintos institutos españoles, aunque ya para entonces había comenzado su carrera literaria, primero centrándose en la escritura de cuentos para luego, ya en 1920, pasar a la poesía con El romancero de la novia. Se considera su publicación de la antología Poesía española: 1915-1931, la primera reunión de los poetas que formarían el cuerpo de la Generación del 27. Pasa la Guerra Civil en Francia y tras el conflicto continúa con su actividad docente y poética. En el año 1947 fue elegido miembro de la RAE. A lo largo de su vida recibió distintos premios y homenajes, entre los que habría de destacar el Calderón de la Barca de 1962, y el más importante de la lengua castellana, el Premio Cervantes, que recibió en 1979. Gerardo Diego murió en Madrid el 8 de Julio de 1987.