Letras, de Hermann Hesse | Poema

    Poema en español
    Letras

    En ocasiones solemos coger la pluma 
    y escribimos sobre una hoja en blanco, 
    signos que dicen esto y aquello: todos los conocen, 
    es un juego que tiene sus reglas. 
    Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco, 
    y, curioso observador, acercase sus ojos a 
    una de esas hojas con su campo rúnico, 
    otra imagen del mundo -extraña- ahí observaría. 

    Acaso un salón de mágicos retratos; 
    vería la A y la B como un hombre o animal 
    moverse, como los ojos, cabellos y miembros, 
    allí pensativos, impulsados aquí por el instinto; 
    leería como en la nieve las huellas de las cornejas, 
    correría, reposaría, sufriría y volaría con ellas 
    y vería trasguear entre los signos negros, fijos, 
    o deslizarse entre los breves trazos, 
    de cualquier creación las posibilidades. 

    Vería arder el amor, el dolor contraerse, 
    y se admiraría, reiría, lloraría, temblaría, 
    pues tras las mejillas de aquella escritura 
    el mundo entero, con su ciego impulso, 
    pequeño se le antojaría, embrujado, exiliado 
    entre los signos que, con rígida marcha, 
    avanzan prisioneros y tanto se asemejan 
    que impulso vital y muerte, deseos y pesares, 
    fraternizan hasta hacerse indiscernibles. 

    Gritos de intolerable angustia lanzaría 
    finalmente el salvaje, atizaría el fuego y, 
    entre golpes de frente y letanías, 
    la blanca hoja entregaría a las llamas. 
    Luego, tal vez adormilado, sentiría 
    cómo ese no-mundo, ese espejismo 
    insoportable lentamente retorna 
    a lo nunca-sido, al ningún-lado, 
    y suspiraría, sonreiría, sanaría.

    Hermann Hesse (Calw, Alemania, 1877 – Montagnola, Suiza, 1962), novelista y poeta, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura de 1946. Su obra es una de las más traducidas y laureadas de la literatura alemana, especialmente popular entre el público joven. Las obras de Hesse están repletas de referencias a los temas que más le preocupaban: la dualidad del hombre, y la permanente división entre la espiritualidad y la expresión de su naturaleza. Entre sus obras emblemáticas se encuentran Siddhartha (1922) y El lobo estepario (1927). 

    • En ocasiones solemos coger la pluma 
      y escribimos sobre una hoja en blanco, 
      signos que dicen esto y aquello: todos los conocen, 
      es un juego que tiene sus reglas. 
      Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco, 
      y, curioso observador, acercase sus ojos a 

    • Por la verde ronda de hojas ya se asoma 
      con temor infantil, y apenas mirar osa; 
      siente las ondas de luz que la cobijan, 
      y el azul incomprensible del cielo y del Verano. 
      Luz, viento y mariposas la cortejan; abre, 
      con la primera sonrisa, su ansioso corazón 

    • Para mí, el solitario, sólo para mí 
      brillan las innumerables estrellas de la noche, 
      la fuente de piedra susurra su mágica canción, 
      y sólo para mí, para mí, el solitario, 
      surcan las sombras coloreadas 
      igual que nubes que deambulasen como sueño sobre el paisaje. 

    • De noche lentamente 
      andan por el campo las parejas, 
      las mujeres sueltan su pelo, 
      cuenta su dinero el comerciante, 
      los ciudadanos leen con temor las novedades 
      en el diario de la tarde, 
      niños con los pequeños puños cerrados