Por la verde ronda de hojas ya se asoma con temor infantil, y apenas mirar osa; siente las ondas de luz que la cobijan, y el azul incomprensible del cielo y del Verano. Luz, viento y mariposas la cortejan; abre, con la primera sonrisa, su ansioso corazón hacia la vida, y aprende a entregarse, como todo ser joven, a los sueños.
Más ahora ríe toda, arden sus colores y en su cáliz asoma ya el dorado polen; aprende a sentir el calor del mediodía y, agotada, se inclina al lecho de hojas por la tarde.
Labios de mujer madura con sus bordes, donde las líneas tiemblan por la edad ya presentida. cálida florece al fin su risa, en cuyo fondo amarga caducidad y hastío anidan.
Pero ya se ajan y reducen los pétalos, ya cuelgan pesadamente sobre las semillas. Palidecen los colores como espectros: el gran secreto envuelve ya a la moribunda.
En ocasiones solemos coger la pluma y escribimos sobre una hoja en blanco, signos que dicen esto y aquello: todos los conocen, es un juego que tiene sus reglas. Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco, y, curioso observador, acercase sus ojos a
Por la verde ronda de hojas ya se asoma con temor infantil, y apenas mirar osa; siente las ondas de luz que la cobijan, y el azul incomprensible del cielo y del Verano. Luz, viento y mariposas la cortejan; abre, con la primera sonrisa, su ansioso corazón
Para mí, el solitario, sólo para mí brillan las innumerables estrellas de la noche, la fuente de piedra susurra su mágica canción, y sólo para mí, para mí, el solitario, surcan las sombras coloreadas igual que nubes que deambulasen como sueño sobre el paisaje.
En su peregrinación, el maestro y algunos de sus discípulos bajaron de la montaña al llano y se encaminaron hacia las murallas de la gran ciudad. Ante la puerta se había congregado una gran muchedumbre.
Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación.
De noche lentamente andan por el campo las parejas, las mujeres sueltan su pelo, cuenta su dinero el comerciante, los ciudadanos leen con temor las novedades en el diario de la tarde, niños con los pequeños puños cerrados