Vida de una flor, de Hermann Hesse | Poema

    Poema en español
    Vida de una flor

    Por la verde ronda de hojas ya se asoma 
    con temor infantil, y apenas mirar osa; 
    siente las ondas de luz que la cobijan, 
    y el azul incomprensible del cielo y del Verano. 
    Luz, viento y mariposas la cortejan; abre, 
    con la primera sonrisa, su ansioso corazón 
    hacia la vida, y aprende a entregarse, 
    como todo ser joven, a los sueños. 

    Más ahora ríe toda, arden sus colores 
    y en su cáliz asoma ya el dorado polen; 
    aprende a sentir el calor del mediodía 
    y, agotada, se inclina al lecho de hojas por la tarde. 

    Labios de mujer madura con sus bordes, 
    donde las líneas tiemblan por la edad ya presentida. 
    cálida florece al fin su risa, en cuyo fondo 
    amarga caducidad y hastío anidan. 

    Pero ya se ajan y reducen los pétalos, 
    ya cuelgan pesadamente sobre las semillas. 
    Palidecen los colores como espectros: el gran 
    secreto envuelve ya a la moribunda. 



    Versión de Andrés Holguín

    Hermann Hesse (Calw, Alemania, 1877 – Montagnola, Suiza, 1962), novelista y poeta, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura de 1946. Su obra es una de las más traducidas y laureadas de la literatura alemana, especialmente popular entre el público joven. Las obras de Hesse están repletas de referencias a los temas que más le preocupaban: la dualidad del hombre, y la permanente división entre la espiritualidad y la expresión de su naturaleza. Entre sus obras emblemáticas se encuentran Siddhartha (1922) y El lobo estepario (1927). 

    • En ocasiones solemos coger la pluma 
      y escribimos sobre una hoja en blanco, 
      signos que dicen esto y aquello: todos los conocen, 
      es un juego que tiene sus reglas. 
      Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco, 
      y, curioso observador, acercase sus ojos a 

    • Por la verde ronda de hojas ya se asoma 
      con temor infantil, y apenas mirar osa; 
      siente las ondas de luz que la cobijan, 
      y el azul incomprensible del cielo y del Verano. 
      Luz, viento y mariposas la cortejan; abre, 
      con la primera sonrisa, su ansioso corazón 

    • Para mí, el solitario, sólo para mí 
      brillan las innumerables estrellas de la noche, 
      la fuente de piedra susurra su mágica canción, 
      y sólo para mí, para mí, el solitario, 
      surcan las sombras coloreadas 
      igual que nubes que deambulasen como sueño sobre el paisaje. 

    • De noche lentamente 
      andan por el campo las parejas, 
      las mujeres sueltan su pelo, 
      cuenta su dinero el comerciante, 
      los ciudadanos leen con temor las novedades 
      en el diario de la tarde, 
      niños con los pequeños puños cerrados