¿Conoces tú la tierra que al azahar perfuma do en verde oscuro brillan naranjas de oro y miel, donde no empaña el cielo caliginosa bruma y entrelazados crecen el mirto y el laurel? ¿No la conoces? dime. Es allí, es allí donde anhelo ir contigo a vivir junto a ti.
¿Conoces tú el palacio que un rey pomposo habita, con pórtico y salones que alumbra tanta luz? Y príncipes de mármol, que al verme: «¡Pobrecita! diránme; ¿qué te has hecho? ¿de dónde vienes tú?» Es allí, es allí do quiero estar contigo y vivir junto a ti.
¿Conoces tú aquel monte que une al abismo un puente, que escalan las acémilas en lenta procesión, donde retumba el trueno e hidrópico el torrente se precipita altísimo con resonante son? ¿Conóceslo, oh maestro? Por ahí, por ahí anhelo irme contigo a vivir junto a ti.
¡A través de la lluvia, de la nieve, A través de la tempestad voy! Entre las cuevas centelleantes, Sobre las brumosas olas voy, ¡Siempre adelante, siempre! La paz, el descanso, han volado.
¿Conoces tú la tierra que al azahar perfuma do en verde oscuro brillan naranjas de oro y miel, donde no empaña el cielo caliginosa bruma y entrelazados crecen el mirto y el laurel? ¿No la conoces? dime. Es allí, es allí donde anhelo ir contigo
Hinchada el agua, espumajea, mientras sentado el pescador que algún pez muerda el anzuelo plácido aguarda y bonachón. De pronto la onda se rasga, y de su seno-¡oh maravilla!- toda mojada, una mujer saca su grácil figurilla.
¿Qué acento afuera del portal resuena? ¿Qué rumor de la fuente el aire agita? Dejad que el canto que el espacio llena en la real estancia se repita. A la voz de su rey, que así lo ordena, el paje a obedecer se precipita,
¿Qué me reserva el devenir ahora y este hoy, en flor apenas entreabierta? Edén e infierno mi inquietud explora en la instabilidad del alma incierta. ¡No! Que al cancel de la eternal morada los brazos me transportan de mi amada.