Sátira primera, de Jon Juaristi | Poema

    Poema en español
    Sátira primera

    A Rufo 
     
    Te has decidido, Rufo, a probar suerte 
    en un certamen de provincias donde 
    ejerzo casualmente de jurado, 
    y encuentro razonable que me llames, 
    al cabo de diez años de silencio, 
    preguntando qué pasa con mi cátedra, 
    qué fue de aquella chica pelirroja 
    con quien ligué el ochenta en Jarandilla, 
    cómo siguen mis viejos, si padezco 
    todavía del hígado y si he visto 
    a la alegre cuadrilla del Pecé. 
    Pues bien, ya que deseas que te cuente 
    de mí y mi circunstancia, has de saber 
    que un punto de Alcalá me la birló, 
    en Jodellanos gran especialista, 
    a quien pago el café cada mañana 
    y sustituyo volontiers los días 
    en que marcha a simposios en San Diego, 
    en Atlanta, Florencia o Zaragoza. 
    Se casó con Gonzalo. El hijo de ambos 
    va al colegio del mío, pero en vano 
    acudo a todas las convocatorias, 
    reuniones, funciones navideñas. 
    La pícara me elude, y yo departo 
    interminablemente sobre fútbol 
    con el cretino del marido, mientras 
    asesinan los críos una sórdida 
    versión del Cascanueces. Bien conoces 
    al pelma de Gonzalo. Creo, incluso, 
    que fuiste tú quien se lo presentó. 
    No pruebo ni una gota últimamente, 
    después de la biopsia. Te confieso 
    que añoro aquellos mares de vermú, 
    aunque el agua es sanísima. Vicente, 
    antiguo responsable de mi célula, 
    es viceconsejero de Comercio 
    por el Partido Popular, y, claro, 
    se mueve en otros medios. Otra gente 
    parece preferir ahora Vicente. 
    Mis padres van tirando. Cree, Rufo, 
    que nada tengo contra ti. Al contrario, 
    te recuerdo con franca simpatía. 
    Sobradas pruebas de amistad me diste 
    en el tiempo feliz de nuestra infancia. 
    Es cierto que arruinaste mi mecano, 
    que me rompiste el cambio de la bici, 
    que le contaste a mi primera novia 
    lo mío con tu prima, la Piesplanos. 
    Eras algo indiscreto, pero todos 
    tenemos unos cuantos defectillos. 
    Veré qué puedo hacer. No te prometo 
    nada: somos catorce y, para colmo, 
    corre el rumor de que Juan Luis Panero. 

    • A Rufo 
       
      Te has decidido, Rufo, a probar suerte 
      en un certamen de provincias donde 
      ejerzo casualmente de jurado, 
      y encuentro razonable que me llames, 
      al cabo de diez años de silencio, 
      preguntando qué pasa con mi cátedra, 

    • Para Antonio Martínez Sarrión 
       
      Yo, o lo que fuera entonces, navegaba 
      por el plácido mar materno, 
      cuando, un día de agosto, 
      doscientos antes de mi nacimiento, 
      y contando la misma 
      edad que ahora yo tengo,