Amigos. Nadie más. El resto es selva. ¡Humanos, libres, lentamente ociosos! Un amor que no jura ni promete Reunirá a unos hombres en el aire, Con el aire salvándose. Palabras Quieren, sólo palabras y una orilla: Esos recodos verdes frente al verde Sereno, claro, general del río. ¡Cómo resbalarán sobre las horas La vacación, el alma, los tesoros!
Amigos. Nadie más. El resto es selva. ¡Humanos, libres, lentamente ociosos! Un amor que no jura ni promete Reunirá a unos hombres en el aire, Con el aire salvándose. Palabras Quieren, sólo palabras y una orilla: Esos recodos verdes frente al verde
Blancos, rosas... Azules casi en veta, dos, mentales. Puntos de luz latente dan señales de una sombra secreta. Pero el color, infiel a la penumbra, se consolida en masa. Yacente en el verano de la casa, una forma se alumbra.
¡Se me mueren! Han vivido con fidelidad: cristianos servidores que se honran y disfrutan ayudando, complaciendo a su señor, un caminante cansado, a punto de preferir la quietud de pies y ánimo. Saben estas suelas. Saben