El mar es un olvido,
una canción, un labio;
el mar es un amante,
fiel respuesta al deseo.
Es como un ruiseñor,
y sus aguas son plumas,
impulsos que levantan
a las frías estrellas.
Y los ojos prometen
mientras la boca aguarda.
Favorables, sonríen.
¡Cómo íntima, callada!
Henos aquí. Tan próximos.
¡Qué oscura es nuestra voz!
La carne expresa más.
Somos nuestra expresión.
De una vez paraíso,
con mi ansiedad completo.
La piel reveladora
se tiende al embeleso.
¡Todo en un sólo ardor
se iguala! Simultáneos
apremios me conducen
por círculos de rapto.
Pero más, más ternura
trae la caricia. Lentas,
las manos se demoran,
vuelven, también contemplan.