Tréboles, de Jorge Guillén | Poema

    Poema en español
    Tréboles

    Cada vez que me despierto 
    mi boca vuelve a tu nombre 
    como el marino a su puerto. 

    Este volver a empezar 
    cada jornada sin ti, 
    esta sensación de mar 
    que navego y ya perdí... 

    Como si mi voz te alcanzase, 
    murmura: Amour adoré, 
    ¿No puedes oírme? No sé. 

    Vivos estamos en la frase. 
    ¡Qué lejos ayer de hoy! 
    Hondo ayer: dos fuimos uno. 
    Hoy no estás y yo no soy. 

    Gentes que me son extrañas: 
    esas que me creen solo 
    sin ver que tú me acompañas. 

    Así voy sin ti: perdido 
    por entre gentes que anulan 
    nuestro amor bajo su olvido. 

    La Patria, lejos, en el lodo. 
    Soledades alrededor. 
    Navidad a pesar de todo: 
    hijos, su recuerdo, mi amor. 

    La memoria, malla a malla, 
    me cubre armando su mundo. 
    Interior, mi noche calla. 
    En tu recuerdo me hundo. 



    Ya te lo decía yo. 
    Era imposible el olvido. 
    Fuimos verdad. Y quedó. 

    Sobre esta misma almohada 
    me acompañó su cabeza. 
    Sé ya ahora cómo empieza 
    la blancura de la nada. 

    Despierto y como no estás, 
    no me suena el mundo a mundo: 
    nunca a solas no hay compás. 

    ¡Estaba yo tan contento 
    de ser yo, yo para ti! 
    ¡Qué alegría ser así 
    dos historias en un cuento! 

    Lo que un día me dijiste 
    de nuevo suena en mi oído. 
    La soledad no es tan triste. 
    Ser es también no haber sido.

    Jorge Guillén nació en 1893 en Valladolid y creció en el seno de una familia liberal. Cursó el bachillerato en Suiza y la carrera de letras en las universidades de Madrid y Granada. Vivió entre 1917 y 1923 en París, donde conoció a Paul Valéry, quien influyó de manera decisiva en su poesía y en su concepción estética general. Lector en Oxford y catedrático en Murcia y Sevilla, la guerra civil le llevó a un prolongado exilio en Estados Unidos, donde impartió clases en el Wellesley College y en la Universidad de Harvard. Al regresar del exilio, y una vez terminada la dictadura, recibió el Premio Cervantes en 1976 y fue nombrado miembro de honor de la Real Academia Española en 1978. Falleció en Málaga en 1984.