Así estás todavía de pie bajo la lluvia, bajo la clara lluvia de una noche de invierno. de pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa, de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia, con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos y tu voz que nacía del fondo de tus ojos y tus manos cansadas que se iban en el viento y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles y la hoja aquella que te cayó en el seno y el rocío nocturno dormido en tus pestañas y engarzando diamantes en tu vestido negro.
Así estás todavía lejanamente cerca desde tu lejanía de sombra y de silencio. Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia, de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.
La vida es tan pequeña que cabe en una noche. Quizá fue que en la sombra me encontré con tu beso y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia, el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.
Sí, me has dejado triste porque pienso que acaso ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo. Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia con las manos temblando de frío y de deseo.
Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes y otras mujeres y otras, a lo largo del tiempo, siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia, bajo la lluvia clara de una noche de invierno.
Un hijo... ¿Tú sabes, tu sientes que es eso? ver nacer la vida del fondo de un beso, por un inefable milagro de amor; Un beso que llene la cuna vacía, y que ingenuamente nos mire y sonría: un beso hecho flor...
—“Vamos, que se hace tarde...”—me dijiste. Pero yo me quedé mirando el mar, con el hastío de un pecado triste, pues no hay nada más triste que un pecado vulgar...
Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida, la estrofa que más vive, siempre es la mas vivida. Un mal verso supera la más perfecta prosa, aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.
Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta, sin que nadie descubra qué relata su historia, pues serán simplemente, los versos de un poeta, tras arrancar la página de la dedicatoria...
Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre. No lo he sabido nunca ni lo quiero saber. Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre, que es el único modo de hablar de una mujer. Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Espero tu sonrisa y espero tu fragancia por encima de todo, del tiempo y la distancia. Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo regresarás... sé sólo que te estaré esperando.