Muerte sin fin, de José Gorostiza | Poema

    Poema en español
    Muerte sin fin

    Pero en las zonas ínfimas del ojo 
    no ocurre nada, no, sólo esta luz 
    -ay, hermano Francisco, 
    esta alegría, 
    única, riente claridad del alma. 
    Un disfrutar en corro de presencias, 
    de todos los pronombres -antes turbios 
    por la gruesa efusión de su egoísmo- 
    de mí y de Él y de nosotros tres 
    ¡siempre tres! 
    mientras nos recreamos hondamente 
    en este buen candor que todo ignora, 
    en esta aguda ingenuidad del ánimo 
    que se pone a soñar a pleno sol 
    y sueña los pretéritos de moho, 
    la antigua rosa ausente 
    y el promedio fruto de mañana, 
    como un espejo del revés, opaco, 
    que al consultar la hondura de la imagen 
    le arrancara otro espejo por respuesta. 
    Mirad con qué pueril austeridad graciosa 
    distribuye los mundos en el caos, 
    los echa a andar acordes como autómatas; 
    al impulso didáctico del índice 
    oscuramente 
    ¡hop! 
    los apostrofa 
    y saca de ellos cintas de sorpresas 
    que en un juego sinfónico articula, 
    mezclando en la insistencia de los ritmos 
    ¡planta-semila-planta! 
    ¡planta-semila-planta! 
    su tierna brisa, sus follajes tiernos, 
    su luna azul, descalza, entre la nieve, 
    sus mares plácidos de cobre 
    y mil y un encantadores gorgoritos. 
    Después, en un crescendo insostenible, 
    mirad cómo dispara cielo arriba, 
    desde el mar, 
    el tiro prodigioso de la carne 
    que aún a la alta nube menoscaba 
    con el vuelo del pájaro, 
    estalla en él como un cohete herido 
    y en sonoras estrellas precipita 
    su desbandada pólvora de plumas.