Yo soy un hombre sincero, de José Martí | Poema

    Poema en español
    Yo soy un hombre sincero

    Yo soy un hombre sincero 
    de donde crece la palma, 
    y antes de morirme quiero 
    echar mis versos del alma. 

    Yo vengo de todas partes, 
    y hacia todas partes voy: 
    arte soy entre las artes, 
    en los montes, monte soy. 

    Yo sé los nombres extraños 
    de las yerbas y las flores, 
    y de mortales engaños, 
    y de sublimes dolores. 

    Yo he visto en la noche oscura 
    llover sobre mi cabeza 
    los rayos de lumbre pura 
    de la divina belleza. 

    Alas nacer vi en los hombros 
    de las mujeres hermosas: 
    y salir de los escombros, 
    volando las mariposas. 

    He visto vivir a un hombre 
    con el puñal al costado, 
    sin decir jamás el nombre 
    de aquella que lo ha matado. 

    Rápida, como un reflejo, 
    dos veces vi el alma, dos: 
    cuando murió el pobre viejo(*), 
    cuando ella me dijo adiós(**). 

    Temblé una vez —en la reja, 
    a la entrada de la viña,— 
    cuando la bárbara abeja 
    picó en la frente a mi niña. 

    Gocé una vez, de tal suerte 
    que gocé cual nunca:—cuando 
    la sentencia de mi muerte 
    leyó el alcalde llorando. 

    Oigo un suspiro, a través 
    de las tierras y la mar, 
    y no es un suspiro ,— es 
    que mi hijo va a despertar. 

    Si dicen que del joyero 
    tome la joya mejor, 
    tomo a un amigo sincero 
    y pongo a un lado el amor. 

    Yo he visto al águila herida 
    volar al azul sereno, 
    y morir en su guarida 
    la víbora del veneno. 

    Yo sé bien que cuando el mundo 
    cede, lívido, al descanso, 
    sobre el silencio profundo 
    murmura el arroyo manso. 

    Yo he puesto la mano osada, 
    de horror y júbilo yerta, 
    sobre la estrella apagada 
    que cayó frente a mi puerta. 

    Oculto en mi pecho bravo 
    la pena que me lo hiere: 
    el hijo de un pueblo esclavo 
    vive por él, calla y muere. 

    Todo es hermoso y constante, 
    todo es música y razón, 
    y todo, como el diamante, 
    antes que luz es carbón. 

    Yo sé que el necio se entierra 
    con gran lujo y con gran llanto. 
    Y que no hay fruta en la tierra 
    como la del camposanto. 

    Callo, y entiendo, y me quito 
    la pompa del rimador: 
    cuelgo de un árbol marchito 
    mi muceta de doctor. 

    (*) El padre de Martí quien murió el 9 de marzo de 1887, en Cuba. 
    (**) Se refiere a la despedida de María Cristina Granados, “La niña de Guatemala”. 

    • Hay una raza vil de hombres tenaces 
      de sí propios inflados, y hechos todos, 
      todos del pelo al pie, de garra y diente; 
      y hay otros, como flor, que al viento exhalan 
      en el amor del hombre su perfume. 
      Como en el bosque hay tórtolas y fieras 

    • Alma que me transportas: 
      Voz desatada 
      Que a las almas ajenas 
      Llevas mi alma:- 
      Cinta, cinta de fuego- 
      Que pura y rauda 
      A los sueltos humanos 
      Alegras y atas;- 
      Pastora, y pastorcilla 
      Enamorada, 
      Que junto al blanco y húmedo 

    • Aquí estoy, solo estoy, despedazado. 
      Ruge el cielo: las nubes se aglomeran, 
      y aprietan, y ennegrecen, y desgajan: 
      los vapores del mar la roca ciñen: 
      sacra angustia y horror mis ojos comen: 
      a qué, Naturaleza embravecida, 
      a qué la estéril soledad en torno