Versos sencillos I, de José Martí | Poema

    Poema en español
    Versos sencillos I

    Odio la máscara y vicio 
    Del corredor de mi hotel: 
    Me vuelvo al manso bullicio 
    De mi monte de laurel. 

    Con los pobres de la tierra 
    Quiero yo mi suerte echar: 
    El arroyo de la sierra 
    Me complace más que el mar. 

    Denle al vano el oro tierno 
    Que arde y brilla en el crisol: 
    A mí denme el bosque eterno 
    Cuando rompe en él el Sol. 

    Yo he visto el oro hecho tierra 
    Barbullendo en la redoma: 
    Prefiero estar en la sierra 
    Cuando vuela una paloma. 

    Busca el obispo de España 
    Pilares para su altar; 
    ¡En mi templo, en la montaña, 
    El álamo es el pilar! 

    Y la alfombra es puro helecho, 
    Y los muros abedul, 
    Y la luz viene del techo, 
    Del techo de cielo azul. 

    El obispo, por la noche, 
    Sale, despacio, a cantar: 
    Monta, callado, en su coche, 
    Que es la piña de un pinar. 

    Las jacas de su carroza 
    Son dos pájaros azules: 
    Y canta el aire y retoza, 
    Y cantan los abedules. 

    Duermo en mi cama de roca 
    Mi sueño dulce y profundo: 
    Roza una abeja mi boca 
    Y crece en mi cuerpo el mundo. 

    Brillan las grandes molduras 
    Al fuego de la mañana 
    Que tiñe las colgaduras 
    De rosa, violeta y grana. 

    El clarín, solo en el monte, 
    Canta al primer arrebol: 
    La gasa del horizonte 
    Prende, de un aliento, el Sol. 

    ¡Díganle al obispo ciego, 
    Al viejo obispo de España 
    Que venga, que venga luego, 
    A mi templo, a la montaña! 

    • Hay una raza vil de hombres tenaces 
      de sí propios inflados, y hechos todos, 
      todos del pelo al pie, de garra y diente; 
      y hay otros, como flor, que al viento exhalan 
      en el amor del hombre su perfume. 
      Como en el bosque hay tórtolas y fieras 

    • Alma que me transportas: 
      Voz desatada 
      Que a las almas ajenas 
      Llevas mi alma:- 
      Cinta, cinta de fuego- 
      Que pura y rauda 
      A los sueltos humanos 
      Alegras y atas;- 
      Pastora, y pastorcilla 
      Enamorada, 
      Que junto al blanco y húmedo 

    • Aquí estoy, solo estoy, despedazado. 
      Ruge el cielo: las nubes se aglomeran, 
      y aprietan, y ennegrecen, y desgajan: 
      los vapores del mar la roca ciñen: 
      sacra angustia y horror mis ojos comen: 
      a qué, Naturaleza embravecida, 
      a qué la estéril soledad en torno