No, no has muerto, no. Renaces, con las rosas en cada primavera. Como la vida, tienes tus hojas secas; tienes tu nieve, como la vida... Mas tu tierra, amor, está sembrada de profundas promesas, que han de cumplirse aún en el mismo olvido. ¡En vano es que no quieras! La brisa dulce torna, un día, al alma; una noche de estrellas, bajas, amor, a los sentidos, casto como la vez primera. ¡Pues eres puro, eres eterno! A tu presencia, vuelven por el azul, en blanco bando, blancas palomas que creíamos muertas... Abres la sola flor con nuevas hojas... Doras la inmortal luz con lenguas nuevas... ¡Eres eterno, amor, como la primavera!
La niña sonríe: «¡Espera, voy a cojer la muleta!» Sol y rosas. La arboleda movida y fresca, dardea limpias luces verdes. Gresca de pájaros, brisas nuevas. La niña sonríe: «¡Espera, voy a cojer la muleta!» Un cielo de ensueño y seda,
Le han puesto al niño un vestido absurdo, loco, ridículo; le está largo y corto; gritos de colores le han prendido por todas partes. Y el niño se mira, se toca, erguido. Todo le hace reír al mico, las manos en los bolsillos…