Hombres en flor -corbatas variadas, primores de domingo-: mi alma ¿qué es ante vuestro traje? Jueces de paz, peritos agrícolas, doctores, perdonad a este humilde ruiseñor del paisaje.
Yo no quisiera molestaros nunca, cantando... Ved: este ramo blanco de rosas del ensueño puede hacer una música melancólica, cuando sonreís con los labios; pero yo no os desdeño.
¿Qué es mi voz ante vuestra decorada levita? ¿Vale, acaso, la pena una triste sonata que achica las orejas; o una estrella marchita que volara, qué es para vuestra corbata?
¡Y tú, ruiseñor mío, endulza tu tristeza, enciérrate en tu selva, florécete y olvida, sé igual que un muerto, y dile, llorando, a la belleza que has sido como un huérfano en medio de la vida!
La niña sonríe: «¡Espera, voy a cojer la muleta!» Sol y rosas. La arboleda movida y fresca, dardea limpias luces verdes. Gresca de pájaros, brisas nuevas. La niña sonríe: «¡Espera, voy a cojer la muleta!» Un cielo de ensueño y seda,
Le han puesto al niño un vestido absurdo, loco, ridículo; le está largo y corto; gritos de colores le han prendido por todas partes. Y el niño se mira, se toca, erguido. Todo le hace reír al mico, las manos en los bolsillos…