Hombres en flor -corbatas variadas, primores
de domingo-: mi alma ¿qué es ante vuestro traje?
Jueces de paz, peritos agrícolas, doctores,
perdonad a este humilde ruiseñor del paisaje.
Yo no quisiera molestaros nunca, cantando...
Ved: este ramo blanco de rosas del ensueño
puede hacer una música melancólica, cuando
sonreís con los labios; pero yo no os desdeño.
¿Qué es mi voz ante vuestra decorada levita?
¿Vale, acaso, la pena una triste sonata
que achica las orejas; o una estrella marchita
que volara, qué es para vuestra corbata?
¡Y tú, ruiseñor mío, endulza tu tristeza,
enciérrate en tu selva, florécete y olvida,
sé igual que un muerto, y dile, llorando, a la belleza
que has sido como un huérfano en medio de la vida!