Como el cansancio se abandona al sueño 
así mi vida a ti se confiaba... 
Cuando estaba en tus brazos, dulce sueño, 
te quería dejar... y no acababa... 
Y no acababa...¡Y tú te desasiste, 
sorda y ciega a mi llanto y a mi anhelo, 
y me dejaste desolado y triste, 
cual un campo sin flores y sin cielo! 
¿Por qué huiste de mi? ¡Ay quién supiera 
componer una rosa deshojada; 
ver de nuevo, en la aurora verdadera, 
la realidad de la ilusión soñada! 
¿Adonde te llevaste, negro viento, 
entre las hojas secas de la vida, 
aquel nido de paz y sentimiento 
que gorjeaba al alba estremecida? 
¿En qué jardín, de qué rincón, de dónde 
rosalearán aquellas manos bellas? 
¿Cuál es la mano pérfida que esconde 
los senos de celindas y de estrellas? 
¡Ay quién pudiera hacer que el sueño fuese 
la vida!, ¡Que esta vida fría y vana 
que me anega de sombra, fuera ese 
sueño que desbarata mi mañana!
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) es un autor esencial para la poesía en lengua española. Sus propuestas estéticas marcan una línea divisoria entre el Romanticismo de Espronceda y Bécquer, bajo cuya influencia escribe sus primeros versos, y el Modernismo y las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX. Deslumbran en su poesía el rico caudal de sus luminosas imágenes y la profundidad conceptual y simbólica de sus versos. El exilio en América durante las décadas de los cuarenta y cincuenta enriquece su poesía, la cual adquiere una dimensión cósmica y mística sin precedentes en la tradición española. No en vano fue Premio Nobel de Literatura en 1956 por el conjunto de su obra.