Vámonos a soñar al jardín solitario... 
Allí, bajo el boscaje de laurel, las violetas 
y las rosas perfuman un místico sagrario 
hecho para las novias de los tristes poetas. 
Ha nacido la luna, y su níveo sudario 
inunda de tristeza las lejanas siluetas... 
y al frescor de la brisa nocturna, el incensario 
de la tierra embriaga las soledades quietas. 
Vámonos a soñar bajo el tibio boscaje 
de laurel; las guirnaldas del argénteo ramaje 
dejan ver lo infinito de los cielos profundos... 
Enlazadas mis manos en tus manos de nardo, 
estaremos la noche mirando el dulce y tardo 
titilar somnoliente de los lejanos mundos. 
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) es un autor esencial para la poesía en lengua española. Sus propuestas estéticas marcan una línea divisoria entre el Romanticismo de Espronceda y Bécquer, bajo cuya influencia escribe sus primeros versos, y el Modernismo y las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX. Deslumbran en su poesía el rico caudal de sus luminosas imágenes y la profundidad conceptual y simbólica de sus versos. El exilio en América durante las décadas de los cuarenta y cincuenta enriquece su poesía, la cual adquiere una dimensión cósmica y mística sin precedentes en la tradición española. No en vano fue Premio Nobel de Literatura en 1956 por el conjunto de su obra.