Ha perforado un clavo la idea que brota. Sencillo,
Enlace a la imagen el pensamiento me adelanta en la curva más cerrada hacia la felicidad. En el freno encuentra mi pisada apoyo, la meta definitiva del tiento.
Mis ojos en el retrovisor se pierden con la distancia invertida del pasado, con fantasmas que me siguen.
Hay en el asfalto una línea discontinua… serme, serte, sernos… puede que nada. El camino, a veces, no lo hacemos, Antonio, nos lo dan hecho.
El caucho ha marcado un rastro tras de mí, como estela de fósforo sobre mi estela, con un escozor antiguo y oloroso que mata la cita de mañana. ¡Es tan difícil verme al mediodía con el sol que la noche está inundando el horizonte y las largas no llegan hasta él!
Esto que hago es como amputar de una madre la placenta antes del parto. Quizás por eso oigo un golpe seco y mi cabeza, sin control, se agita. He impactado por detrás contra el presente y todo está en silencio, en soledad porque en esta cuneta soy invisible, inaudible, inevitable ausencia de mí misma.
Los árboles viven al revés, el cielo abajo,el suelo arriba y el corazón bajando a mi cabeza, testarudo. La sangre me inunda el cerebro y digo basta. Creo que la muerte está conmigo.
Ha perforado un clavo la idea que brota. Sencillo,
Enlace a la imagen el pensamiento me adelanta en la curva más cerrada hacia la felicidad. En el freno encuentra mi pisada apoyo, la meta definitiva del tiento.
Les confiamos las llaves que abrieron puertas al pueblo y las llevan en los bolsillos, dejando el peso esclavo de la historia en la nueva oscuridad que tanteamos.
Nos quieren muertos y con ese odio han vaciado los estanques y han dentado al hambre en el inmenso territorio del desierto. Pero hay humedad en nuestros ojos y el cilantro acicala nuestras manos contra la meseta del olvido.