Ayer estaba mi amor como aquella nube blanca que va tan sola en el cielo y tan alta, como aquella que ahora pasa junto a la luna de plata.
Nube blanca, que vas tan sola en el cielo y tan alta, junto a la luna de plata, vendrás a parar mañana, igual que mi amor, en agua, en agua del mar amarga.
Mi amor tiene el ritornelo del agua, que, sin cesar, en nubes sube hasta el cielo y en lluvia baja hasta el mar.
El agua, aquel ritornelo, de mi amor, que, sin cesar, en sueños sube hasta el cielo y en llanto baja hasta el mar.
Madre... no me riñas, que ya nunca vuelvo a ser malo... No me riñas, madre... que ya no vuelvo a llenarme de barro. Madre... no me riñas, que ya no vuelvo a manchar mi vestido blanco.
-Pero usted ¿quién es? -Yo soy el payaso principal, el mayordomo de la pista... Y me pongo y me quito este gorro de clown como me da la gana. Tengo muchos gorros ¿sabe usted? De todos los colores: gorros que hacen reír y gorros que hacen llorar,
Yo no soy más que un hombre sin oficio y sin gremio, No soy un constructor de cepos. ¿Soy yo un constructor de cepos? ¿He dicho alguna vez: Clavad esas ventanas, poned vidrios y pinchos en las cercas? Yo he dicho solamente: No tengo podadera, ni tampoco
—Todos andan buscando, Sancho, una paloma por el mundo y nadie la encuentra. —Pero ¿qué paloma es la que buscan? —Es una paloma blanca que lleva en el pico el último rayo amoroso de luz que queda ya sobre la tierra. —Como la golondrina de Tristán.
Me gusta el Cristo de Velázquez. La melena sobre la cara... y un resquicio en la melena por donde entra la imaginación. Algo se ve. ¿Cómo era aquel rostro? Mira bien, compónlo tú. ¿A quién se parece? ¿A quién te recuerda?
No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera. He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, por el río y por la nube...