Como aquella nube blanca, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    Como aquella nube blanca

    Ayer estaba mi amor 
    como aquella nube blanca 
    que va tan sola en el cielo 
    y tan alta, 
    como aquella 
    que ahora pasa 
    junto a la luna 
    de plata. 

    Nube 
    blanca, 
    que vas tan sola en el cielo 
    y tan alta, 
    junto a la luna 
    de plata, 
    vendrás a parar 
    mañana, 
    igual que mi amor, 
    en agua, 
    en agua del mar 
    amarga. 

    Mi amor tiene el ritornelo 
    del agua, que, sin cesar, 
    en nubes sube hasta el cielo 
    y en lluvia baja hasta el mar. 

    El agua, aquel ritornelo, 
    de mi amor, que, sin cesar, 
    en sueños sube hasta el cielo 
    y en llanto baja hasta el mar.

    • No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. 
      No he venido tampoco, 
      ni estoy aquí arreglando mi expediente 
      para que me canonicen cuando muera. 
      He venido a mirarme la cara 
      en las lágrimas que caminan hacia el mar, 
      por el río y por la nube... 

    • Deshaced ese verso, 
      Quitadle los caireles de la rima, 
      el metro, la cadencia 
      y hasta la idea misma... 
      Aventad las palabras... 
      y si después queda algo todavía, 
      eso 
      será la poesía. 
      ¿Qué 
      importa 
      que la estrella 
      esté remota 

    • Y ahora pregunto aquí: 
      ¿quién es el último que habla, el sepulturero o el Poeta? 
      ¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios 
      para que me tapen la boca cuando muera, 
      con una paletada de tierra? 
      No. He venido y estoy aquí, 

    • Pero ¿qué están hablando esos poetas de ahí de la palabra? 
      Siempre en discusiones de modisto: 
      que si desceñida o apretada... 
      que si la túnica o que si la casaca... 
      La palabra es un ladrillo, ¿Me oísteis?... ¿Me ha oído usted, Señor Arcipreste? 

    • A Alberto López Argüello 
       
      ¡Qué lástima 
      que yo no pueda cantar a la usanza 
      de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan! 
      ¡Qué lástima 
      que yo no pueda entonar con una voz engolada 
      esas brillantes romanzas 

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