Yo, François Villon, de Leopoldo María Panero | Poema

    Poema en español
    Yo, François Villon

    Yo François Villon, a los cincuenta y un años 
    gordo y corpulento, de labios color ceniza 
    y mejillas que el vino amoratara, 
    a una cuerda ahorcado 
    lo sé todo acerca del pecado. 
    Yo, François Villon, 
    a una cuerda pendido 
    me balalnceo lento, habiendo sido 
    peor que Judas, quien también murió ahorcado. 
    Las viejas se estremecen al oír mis hazañas 
    pues no tuve respeto para la vida humana. 
    Que el viento me mueva, ya oigo cerca las voces 
    de aquellos que mandé a freír monas. 
    Me esperan en el infierno 
    y alargan las manos 
    porque se ha corrido allí, del Leteo al Cocyto 
    ¡que al fin Villon había muerto ahorcado! 
    Ya la luna aparece, e ilumina la horca 
    dando a mi rostro el color de la sangre 
    yo, que hice mal sabedor de que lo hacía 
    hasta que por fin he muerto ahorcado. 
    Ya los lobos ladran en torno al patíbulo 
    y los niños gritan, parecidos a ratas: 
    ¡Villon ha muerto ahorcado! 
    Viejas que me insultabais en la carretera oscura: 
    ¡sabed que el semen moja mis caderas 
    y es fresco y sabroso el semen del ahorcado! 
    Que mis dientes sirvan 
    de jugo en tu caldera 
    bruja de los límites, tú a quien admiro 
    sabedora de embrujos, de filtros y de hechizos 
    más poderosos que la fe y que los apóstoles 
    de quienes se burló el Mago, más apta que ellos 
    para conocer el dolor 
    ¡de este que un sepulcro merece! 
    Y que el viento diga, al amanecer, mañana 
    vanamente a ranas y a gusanos 
    Villon se ha hecho al fin célebre 
    pues al fin una horca dibuja su figura 
    ¡Villon ha muerto ahorcado! 
    Y que de mi mano ajada caiga la rosa 
    que mis dientes estrujaron 
    pues ella supo mis crímenes 
    y fue mi confidente 
    y dígalo ella al mundo, cayendo sobre el suelo 
    ¡Villon ha muerto ahorcado! 
    Pronto vendrá la canalla 
    a hozar en mi tumba 
    y orinarán encima, y los amantes 
    harán seguro el amor sobre mis huesos 
    y será la nada mi más escueto premio 
    para que ella lo diga, 
    no sé si nada o rosa: 
    ¡Villon ha muerto ahorcado! 
    Sabrán de mí los niños 
    de edades venideras 
    como de un gran pecador 
    y asustados correrán a esconderse 
    bajo las sábanas cuando sus madres 
    les digan: «Cuidado ahí viene». 
    Y esa será la fama de Villon, el Ahorcado. 
    Y será tal mi fama que prefiero el olvido 
    porque un día, mañana 
    de ese futuro que el hedor hace 
    parecerse al recuerdo, una mano 
    dejará caer, al oír mi nombre 
    el fruto del culo, el excremento 
    y mi vida, y mi carne, y todos mis escritos 
    ¡promesa serán sólo para las moscas! 

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