Septenario, de Lina Zerón | Poema

    Poema en español
    Septenario

    Cómo no amarlo esta noche de álgida tormenta. 
    No verlo es tortura eterna para el cuerpo y alma. 
    Hoy lo quiero conmigo como aquel cuadro de Matisse, 
    como aquellos maduros racimos de días lejanos. 

    Cómo no amarlo si sus besos son impecable poema, 
    cálida su risa de cálido verano en madrugada, 
    caricias, rumor de fuego latiendo en mi piel, 
    una copa de vino blanco sostenida por mis piernas. 

    Cómo no amarlo si hoy es sábado y está conmigo, 
    con ternura mis lágrimas seca con su lengua, 
    si traigo tres o cuatro nubes flotando en la cabeza 
    y me obsequia cientos de arco iris para iluminar la vida. 

    Cómo no amarlo este domingo de citas familiares 
    cuando se aventura en cuerda floja sobre el abismo 
    utilizando mi amor como alas para guardar el equilibrio 
    tomar el teléfono y en secreto escucho que me ama. 

    Cómo no amarlo este lunes cuando despierta el alba 
    con descomunales ecos de recuerdos compartidos, 
    ansiosa sangre hace girar corazones como aspas de molino 
    y la noche vestida de aromas palidece ante sus besos. 

    Cómo no amarlo este martes de malas noticias: 
    ataque terrorista contra incautos niños palestinos, 
    inexpertos defensores acribillados en Irak 
    una vieja amante abandonada en una casa en ruinas. 

    Cómo no amarlo este aburrido miércoles 
    cuando todo es posible si recibo una carta 
    con enormes palabras que serenen la angustia 
    y el silencio se derrite al escuchar su nombre. 

    Cómo no amarlo este jueves o aquel viernes 
    raíces del fin de semana que tanto espero 
    para darle sentido al calor de los cuerpo 
    y encontrar una fecha inexistente en el calendario 
    para decirle cuánto, cuánto lo amo. 

    • Volvería a amarte de brazos abiertos 
      como se ama de noche los ojos del cielo, 
      de fuego incendiando tu líquida sombra. 
      Hasta el fondo de los años volvería a amarte 
      donde mi cuerpo aún guarda la ficción de tus besos, 
      la caricia inalterable de nuestras ausencias, 

    • Ah. 
      Y ahora dices que me amas, 
      ahora que como tela de araña 
      de la cara el pellejo te cuelga, 
      que el magnífico color de tus ojos 
      ahora lo enmarcan un par de cadavéricas cuencas 
      y tu vanidad de macho viste de luto. 
      Ah, 

    • ¿Qué harás 

      si sobrevivo sin ti a la furia de la noche, 
      y desnuda atravieso entre balas 
      este campo minado de recuerdos, 
      si descubro un aljibe de amor en el desierto 
      y a solas bebo en la noria de las ansias? 

    • Cómo no amarlo esta noche de álgida tormenta. 
      No verlo es tortura eterna para el cuerpo y alma. 
      Hoy lo quiero conmigo como aquel cuadro de Matisse, 
      como aquellos maduros racimos de días lejanos.