Ah. Y ahora dices que me amas, ahora que como tela de araña de la cara el pellejo te cuelga, que el magnífico color de tus ojos ahora lo enmarcan un par de cadavéricas cuencas y tu vanidad de macho viste de luto. Ah, ahora me amas como el primer día, hoy que dejaste de ser el más codiciado, la nota principal en todos los diarios, hoy que famélica se encuentra tu billetera y se agotó la cosecha de rubias y trigueñas. Bien, te agradezco decir que soy todo en tu vida - todo lo que te queda -. Tus días dejaste bordados en decenas de almohadas y los billetes verdes, los grandes, repartidos en muchas bocas color ambición. Pero ven, tomemos una taza de café, noto cuánta falta te hace. Hoy tienes mal semblante, hueles a abandono, a gripe ¿o será a viejo? Pasa, ahora la sala principal es la cocina, mi refugio preferido en tantas noches de espera las otras habitaciones ya tienen polilla y han olvidado sonreír las puertas. Acércate, toma asiento en la que siempre fue tu silla aún sin sentir el peso de tu cuerpo. Alégrate, hoy tenemos visitas, llegaron aquellos niños que no sabes ni cuándo dejaron de serlo; una trae consigo al primer nieto el otro, como tú, es un gran ejecutivo al que casi nunca veo. Aprovecha este día y diles cuánto los quieres tanto como me quieres hoy a mí.
Volvería a amarte de brazos abiertos como se ama de noche los ojos del cielo, de fuego incendiando tu líquida sombra. Hasta el fondo de los años volvería a amarte donde mi cuerpo aún guarda la ficción de tus besos, la caricia inalterable de nuestras ausencias,
Ah. Y ahora dices que me amas, ahora que como tela de araña de la cara el pellejo te cuelga, que el magnífico color de tus ojos ahora lo enmarcan un par de cadavéricas cuencas y tu vanidad de macho viste de luto. Ah,
si sobrevivo sin ti a la furia de la noche, y desnuda atravieso entre balas este campo minado de recuerdos, si descubro un aljibe de amor en el desierto y a solas bebo en la noria de las ansias?
Cómo no amarlo esta noche de álgida tormenta. No verlo es tortura eterna para el cuerpo y alma. Hoy lo quiero conmigo como aquel cuadro de Matisse, como aquellos maduros racimos de días lejanos.