Niño tras un cristal, de Luis Cernuda | Poema

    Poema en español
    Niño tras un cristal

    Al caer la tarde, absorto 
    tras el cristal, el niño mira 
    llover. La luz que se ha encendido 
    en un farol contrasta 
    la lluvia blanca con el aire oscuro. 

    La habitación a solas 
    le envuelve tibiamente, 
    y el visillo, velando 
    sobre el cristal, como una nube, 
    le susurra lunar encantamiento. 

    El colegio se aleja. Es ahora 
    la tregua, con el libro 
    de historias y de estampas 
    bajo la lámpara, la noche, 
    el sueño, las horas sin medida. 

    Vive en el seno de su fuerza tierna, 
    todavía sin deseo, sin memoria, 
    el niño, y sin presagio 
    que afuera el tiempo aguarda 
    con la vida, al acecho. 

    En su sombra ya se forma la perla. 

    • Desde niño, tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado la eternidad. Todo contribuía alrededor mío, durante mis primeros años, a mantener en mí la ilusión y la creencia en lo permanente: la casa familiar inmutable, los accidentes idénticos de mi vida.

    • Te quiero. 

      Te lo he dicho con el viento, 
      jugueteando como animalillo en la arena 
      o iracundo como órgano impetuoso; 

      Te lo he dicho con el sol, 
      que dora desnudos cuerpos juveniles 
      y sonríe en todas las cosas inocentes; 

    • ¿Recuerdas tú, recuerdas aun la escena 
      a que día tras día asististe paciente 
      en la niñez, remota como sueño de alba? 
      El silencio pesado, las cortinas caídas, 
      el círculo de luz sobre el mantel, solemne 
      como paño de altar, y alrededor sentado 

    • Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman, 
      parece como el viento que se mece en otoño 
      sobre adolescentes mutilados, 
      mientras las manos llueven, 
      manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas, 
      cataratas de manos que fueron un día 

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