Quizá mis lentos ojos no verán más el sur de ligeros paisajes dormidos en el aire, con cuerpos a la sombra de ramas como flores o huyendo en un galope de caballos furiosos.
El sur es un desierto que llora mientras canta, y esa voz no se extingue como pájaro muerto; hacia el mar encamina sus deseos amargos abriendo un eco débil que vive lentamente.
En el sur tan distante quiero estar confundido. La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta; su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.
Lentamente el ahogado recorre sus dominios donde el silencio quita su apariencia a la vida. transparentes llanuras inmóviles le ofrecen árboles sin colores y pájaros callados.
Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,